En una palabra: publicidad
Parece que haya descubierto América. Claro que, en principio, la existencia de un Dios creador que hace que todo salga de la nada es incompatible con las leyes físicas, pero sólo hasta cierto punto. En el momento en el que llegas al límite de lo conocido, todo lo que está detrás podría tener un origen que explique las leyes físicas (o que las cree como tales si el cariz es religioso) y, a partir de ahí, éstas cumplir su función dando lugar a la evolución lógica (de acuerdo a esas leyes) del Universo.
Esto no es como con Darwin. Sin restarle mérito, las conclusiones de Darwin serían descubiertas tarde o temprano porque la observación empírica llevaría a ello forzosamente. Podemos comprender la biología en la Tierra y su evolución, pues tenemos el material a mano. Al menos, podemos comprender lo suficiente como para llegar a la teoría de la evolución y un poco más allá. Aún así, hay que tener cuidado con los dogmas de todo tipo y los científicos, desde hace unos años, se vienen equiparando a los religiosos, cosa que no todo el mundo quiere o sabe ver. Es más cool aferrarse a un cerebro en una silla de ruedas que a una Biblia. Pero eso es otro tema.
A lo que voy es a que el campo de Stephen H. es, fundamentalmente, el mundo teórico, no el empírico. Ha tenido sus meteduras de pata y sus piques con compañeros. No todos los que están a su nivel opinan como él, ni mucho menos. Pero oye, si prescinde de la idea de Dios para explicar el origen del Universo habrá que tenerle en cuenta. A ver cuántos de aquí nos leemos el libro y lo comprendemos lo suficiente como para poder formarnos una opinión a favor o en contra realmente fundamentada.