Un gran ejemplo de cómo llevar la inclusión al cine.
La película es preciosa, tanto en lo visual como en lo emocional. La banda sonora de Thomas Newman es mágica y me cuesta mucho creer que este excelente compositor no haya recibido todavía ningún Oscar. El único punto "negativo" del film es que es, prácticamente, la misma historia: hay que encontrar a alguien y para ello hay que emprender un viaje marino.
Sin embargo, esta película nos habla de un tema de gran importancia: la discapacidad (y me sorprende que esto no lo mencione nadie).
Dory presenta una discapacidad mental, pues tiene pérdida de memoria a corto plazo. Pero ahí no acaba la cosa. La discapacidad está presente en varios de los entrañables personajes.
Esta película es maravillosa porque no pretende ni compadecer la discapacidad ni encumbrarla. Nos dice que los discapacitados tienen su estilo y ritmo de vida, que supone unas dificultades (para ellos y para su entorno), pero no por ello son menos útiles; al contrario, la diversidad enriquece, y es muy emotivo cómo el apoyo de la familia y el entorno contribuyen a la adaptación de los discapacitados (tanto en la vida real como en la película).