Soy aficionado del Madrid desde hace unos 30 años, pero incluso yo he sufrido en mis carnes lo asqueroso que puede ser Ronaldo en un terreno de juego: aspavientos, quejas, calentones, piscinazos, etc.
Por eso, imaginarme lo que debe de doler a los antimadridistas más recalcitrantes tener que sufrir al portugués cuando es unánimamente reconocido como mejor jugador del mundo y va camino de pulverizar cualquier récord goleador que haya existido me produce una satisfacción que inunda cada uno de los poros de mi cuerpo. Para ellos debe ser un dolor de muelas insoportable, y eso me llena.