¡Hola a todos! Hoy vamos a hablar de un tema que cada año, sin falta, se convierte en una obsesión nacional: la operación bikini. Sí, ese momento del año en que todos decidimos que después de ignorar el gimnasio durante meses, ahora es el momento de transformarnos en estatuas griegas en, digamos, dos semanas.
Primero, está el momento de inscripción al gimnasio. Me encanta cómo todos vamos llenos de determinación, listos para sudar el turrón y los polvorones. El gimnasio en marzo es como un episodio perdido de "The Walking Dead", pero en vez de zombies buscando cerebros, somos nosotros buscando cintas de correr libres.
Luego, están las dietas. ¿Alguna vez han intentado esas dietas detox post-Navidad? Yo probé una que solo me permitía comer hojas verdes. Tres días después, creo que hasta las vacas me veían como competencia. Mi estómago empezó a hacer ruidos que podrían ser utilizados en bandas sonoras de películas de terror. No sé si perdí peso, pero seguro perdí amigos.
Y no olvidemos el traje de baño, el juez final de la operación bikini. Ese momento en que te pruebas el traje del año pasado y piensas que tal vez, solo tal vez, se encogió en el armario. Me pasó el otro día, y decidí que la solución no era hacer más ejercicio... era comprar un traje de baño más grande.
Finalmente, el resultado de la operación bikini siempre llega al primer día de playa. Ahí es cuando te das cuenta de que quizás no estás tan listo como pensabas, pero luego ves a alguien que claramente ha fracasado más que tú en la operación bikini y de repente, te sientes mucho mejor. Es como, "Bueno, al menos no soy el único que consideró las galletas como parte de su dieta pre-playa".
Así que, amigos, ¿cómo va vuestra operación bikini? ¿Alguien más ha decidido que la verdadera felicidad está en aceptar el segundo plato de paella en lugar de hacer mil abdominales? ¡Compartid vuestras experiencias y trucos en los comentarios, vamos a reírnos un poco de nuestras tragedias veraniegas!
