Exprésate: rincón donde tú escribes

GreyShock

¿Cuántas maneras existen de escribir sobre una relación? ¿Y por qué siempre las más bonitas son las que hablan de pérdida y no de encuentro?

No conozco las respuestas, pero sin duda tú estás explorando muchas :) De momento la que más me ha gustado y permanece en mi mente de forma habitual es la de la cerilla, me pareció una gran metáfora :3 #2

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GreyShock

Bueno, aquí va un relatillo más para hoy. Presentando un personaje y dejando sus aventuras al aire, a disposición de la imaginación del lector.

La Quisicosa del Chamán Viento de Luz

Ajeno a la madurez, a la responsabilidad o a las consecuencias de la edad -tales como sentar la cabeza- Jeffrey Garrington, a sus setenta y seis años de edad, aún continuaba viviendo su vida como aventurero y cazafortunas. Desordenada barba encanada y piel cueriza, descendiente de los primeros colonos irlandeses de norte América, el “viejo oeste” se le antojaba tan aburrido como peligroso una vez el alcohol dejaba de tener gracia, así que desde que cumplió los treinta vaga por los desiertos y praderas de los estados unidos, desentrañando los misterios espirituales de la civilización que la vieja Europa sepultó bajo su orgullosa suela.

Tesoros, textos antiguos, arte, esculturas… el premio era lo de menos, ya que lo mejor siempre era la aventura; y lo único que cabía en sus intereses al terminar un viaje, era vender cuanto había recuperado a museos o coleccionistas para financiarse el siguiente.

Pero el tiempo viene a buscarnos a todos, tarde o temprano, y sabiendo en sus entrañas su fin próximo, decidió volcar todos sus ánimos en un enigma intangible que siempre lo había cautivado desde que empezara sus viajes: Viento de Luz.

Rondaba los cuarenta cuando una noche de tormenta, disfrutando de las bondades de las plantas de poder (comúnmente conocidas como peyote) en la morada de Don Carlos – Chamán, amigo y consultor de Jeffrey – tuvo una ensoñación que dejó marcada el alma del cazafortunas. Un buitre, su animal de poder, lo invitó a danzar en medio de la furiosa tormenta y Jeffrey, ebrio de poder, bailó hasta el amanecer en mitad del aguacero. Esa noche le golpearon tres rayos y pasó tres semanas enfermo. Desde entonces, el viejo obtuvo un sexto sentido para rastrear el patrimonio de la antigua américa. Para sus congéneres, sólo era un loco con suerte al que la electricidad le había frito los sesos, pero aún y con esas, lo importante es que era bueno en su trabajo.

Desde la noche de la tormenta, cada vez que Jeffrey se aventuraba sólo en el desierto, un hombre misterioso lo contemplaba desde la lejanía, sobre rocas elevadas o entre los arbustos. Completamente desnudo, de rasgos difíciles de escudriñar y en ocasiones algo traslúcido, el hombre lo custodiaba en sus viajes. Pero Jeffrey no sentía pavor, porque notaba que esa presencia era amiga. En las noches especialmente silenciosas, el cazafortunas podía escuchar los susurros de su extraño seguidor. Decía llamarse Viento de Luz, y ser el guardián de la morada invisible. Decía que conocía el lugar de muerte del viejo y también el lugar de paz. Decía conocer los caminos e invitaba a Jeffrey a seguirlos, todos en pos de la morada invisible. Últimamente, además, decía que si el viejo no buscaba la senda que llevaba tres décadas susurrándole, encontraría el lugar de muerte, pero jamás el lugar de paz.

Resuelto a completar su última misión y sobretodo, a disfrutar de su última aventura, el insalubre cazafortunas abandonó la ciudad de San Francisco para adentrarse una vez más en los desiertos del ya no tan nuevo mundo.

GreyShock

¿Nadie más se anima a escribir? :f5: Me hacía ilusión compartir relatos en mediavida... :P

Para mantener viva la llama pondré otro relato.. se me están acabando los relatos cortos ya, no quiero tener que recurrir a los de varias páginas aún!

El Metáfago

Jordi de Paco, un joven escritor aficionado está en su estudio sentado frente a un nuevo relato del que apenas a escrito una línea. Mientras se lía un cigarro, piensa en el imaginario popular y en como lo que al principio de los tiempos era un paraíso virgen, ahora es una metrópolis sobre saturada dónde las ideas y conceptos se construyen unas encima de los otros para intentar dar forma a algo nuevo y original. Piensa en el hombre que pudo contar con el placer de crear un vampiro, el primer vampiro; o el primer hombre lobo, fantasma, alienígena, ogro, orco, dragón y todos esos entes que han adquirido presencia propia y son parte de la mente colectiva del ser humano.

¿Queda espacio para un nuevo ser que no esté reciclado o compuesto de retales? Con ese fin, empieza a buscar dentro y fuera de sí, esa parte sin contaminar en la que cada uno guardamos nuestros propios monstruos y que no nos atrevemos a sacar por si son una sombra de todo lo que hemos vividos. ¿Existe algo que se pueda crear que no esté ligado a la experiencia? El propio lenguaje ya es una barrera que nos limita a que todo lo que transmitimos sea una combinación finita de combinaciones de 26 símbolos: abdcefghijqlmnñopqrstuvxyz. Aún así, decide darse una oportunidad y adentrarse en un viaje por su mente para cazarlo.

Los hombre-algo están todos reclamados, al menos los buenos, se le ha dado forma antropomórfica a casi todo lo que existe, y crear un hombre-tortilla o un hombre-saliva no pasa de ridículo personaje de cómic. Jordi decide alejarse de todo lo que tenga forma o sentido.

Piensa en un monstruo que no se puede crear, un monstruo que existe desde que el tiempo es tiempo y que, como el fuego, no se puede inventar, sólo se puede descubrir. Un ser que viaja por la realidad, espectador olvidado, testigo de todas las historias que nacen y mueren en todas las dimensiones. Tan antiguo y tan inherente a todo que todos los humanos lo guardan prisionero en el rincón más profundo de su mente, un punto tan lejano que casi se toca con su alma.

Cada vez que alguien sensato lo descubre, lo vuelve a olvidar – si puede – para proteger al mundo, porque el monstruo devora todo lo que se puede pensar, y eso va más allá de la realidad.

Conforme el escritor, inspirado por la existencia de esa abominación, plasma una letra tras otra en su relato, el monstruo se acerca despacio por todos sus puntos ciegos. Junto a él, en tiempos, lugares y momentos diferentes, el monstruo se va acercando a todos los que leen sobre él. Por encima, por detrás y por debajo, siempre hay un lugar al que no se mira. La realidad se va descomponiendo, se deshilacha, y si fuéramos capaces de girarnos a tiempo veríamos como detrás de nosotros sólo hay un abismo negro dónde todo lo que conocemos se separa de sus colores y se enreda en un hilo que es devorado por unas fauces informes, indescriptibles por una combinación de 26 letras. Tras escribir esta línea, el escritor se da la vuelta, para mirar detrás de sí, pero el metáfago conoce el tiempo y sabe situarse siempre detrás de nosotros. Los lectores también comprueban su alrededor, despreocupados, con la certeza de que todo esto sólo es ficción. Pero el metáfago ha sido recordado, y avanza tranquilo, desconociendo cuando podrá volver a aparecer, procura saborear el momento, descomponiendo hilo por hilo el mundo del que escribe y de los que leen.

Siendo el primero, tras cientos de miles de años, que lo ha recordado, el escritor será el primero en caer, pero el monstruo le da tiempo a terminar su relato, pues con placer sabe que será su puerta a otras mentes. Es probable que mientras leas esto la realidad de Jordi de Paco ya haya desaparecido, tu podrás encontrarlo y hablar con él, pero su mundo ya no existe, ahora sólo lo tienes tú, hasta que el monstruo devore tu mente y tu mundo.

Jordi sabe que está cerca del punto final, y busca maneras de alagar el relato, pero siente la presencia del metáfago acelerando su paso, arrancándole poco a poco sus ideas, para dejarle la creatividad justa para cerrar este párrafo.

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charlesmarri

#33

Me ha gustado bastante. Y he mirado atrás, jajaja.

Os dejo con un relato duro, a mi parecer.

LA CUADRATURA DEL CÍRCULO

—Quiero volver.

Cuatro largos años, dos meses, cinco días y un par de horas es lo que duró su relación. La chica le miró y le dijo que se acababa, que ya no podía ni quería más. Que te aguante otra. Fue en la calle, alejado de todo murmullo de gente y lejos de miradas indiscretas. Quizás pensó que él se pondría a llorar. Pero no, su primera reacción fue contraer sus músculos, sentir un pinchazo en la barriga y notar que su corazón bombeaba con fuerza. Preguntó el por qué. Ella le dijo que su situación había llegado a un punto de no retorno. Las peleas eran la lluvia diaria y los desprecios sus gotas, golpeando una y otra vez sobre ellos. Fuertes y directas. Ya no había respeto, se había instalado la ley del más fuerte. Sálvese quien pueda.

Cuatro meses, tres días y otro par de horas fue lo que la chica tardó en llamarle para hablar. Quedaron en un café. Él pidió té y ella un refresco con hielo. No había cambiado mucho, salvo que ahora estaba más delgada. Todo lo demás seguía pegado en su sitio. A él le había costado hacerse a su separación, pero el desaparecer de todo ayudó. Era ahora, después de tanto tiempo, cuando volvía a saber de ella.

—¿Cómo que quieres volver? —preguntó el chico, dando un sorbo a su té.
—Lo he estado pensando. He intentado olvidarte y me es imposible. Llevo meses sin dormir bien. Incluso he llegado a vomitar. Aún te quiero.

La frase sentencia aquella declaración de intenciones. Él tampoco se engaña: ha intentado olvidarla pero una relación tan larga no se esfuma de la noche a la mañana.

—¿Y crees que va a ser así de fácil?
—No… pero algo tenía que hacer. Teníamos algo muy sólido…
—Hasta que lo mataste.
—No sólo fue mi culpa.
—Lo sé, pero yo no disparé primero.
—…
—Te he echado de menos.

La chica sonríe tímidamente, que no se le note que aquello le ha dado algo de vida desde que lo dejaron.


—Y yo a ti, no sabes cuanto.
—No voy a darle muchas vueltas: ¿has estado con otro?
—Tuve algo con uno, pero no duró.
—¿Te lo follaste?
—No. Sólo nos liamos. Hubo algo, pero no llegó a más. ¿Y tú?
—Mi empresa me ha tenido muy liado. Apenas he podido salir de casa en estos cuatro meses.

Ella se calla. Sabe que aquello no le va a gustar, pero al menos ha sido sincera. No quiere volver a pasar por lo que pasaron hace tiempo.

—Veámonos este sábado, con todos. Para la fiesta de cumpleaños. Supongo que también te habrán invitado.
—Sí.
—Hablaremos allí.

Acepta, sumisa. Es el papel que le ha tocado representar ahora.

~


Las copas vuelan de aquí para allá y tanto ella como él ya llevan un par. El pub en el que se encuentran está abarrotado. Él la saca fuera, la apoya suavemente contra una pared y la besa. Ella tiene los ojos abiertos, sorprendida. No pensaba que fuera a ser tan rápido, tan fácil. Cuando lo asimila cierra los ojos y se deja llevar. El amor aparece en escena después de cuatro densos meses.


—Nunca dejé de quererte —susurra ella.
—Ni yo…

Él separa su boca y la mira.

—Te quiero. Te quiero muchísimo…

—Y yo —contesta ella, con una sonrisa de adolescente que ya no puede esconder.

—Pero has estado con otro en este tiempo. Y quiero volver contigo, pero no puedo así. No si no estamos en igualdad de condiciones.
—¿Qué… qué quieres decir? No estábamos juntos. Y te juro que no sentí nada.
—Te creo, pero necesito que estemos iguales si quieres que esto vuelva a ser como antes.
—No sé qué quieres decir.
—Esta noche voy a tirarme a una desconocida.
—No…
—La desnudaré, la besaré y me acostaré con ella. Le haré el amor durante toda la noche. Y mañana seré tuyo. Así estaremos en igualdad de condiciones y podremos empezar de nuevo.
—Yo no me acosté con nadie. No tiene sentido. No lo hagas, por favor —las lágrimas se escapan. Inevitable. No puede controlarse.
—Está decidido. Si me quieres entenderás que tenemos que estar al mismo nivel. ¿Aceptas?
—No puedes estar hablando en serio —siente que se está mareando.
—Te quiero. Te lo juro. Pero necesito hacer esto para evitar problemas futuros.


La chica niega con la cabeza. Piensa. Y piensa. No puede ser, se dice a sí misma.


—¿Aceptas? —vuelve a preguntar.
—¿Por qué me haces esto?
—Por lo mismo que tú lo has hecho en estos meses. Es lo justo.


~

Es más bajita que él, pelo liso y vestido corto. No le ha resultado difícil ligársela. Nunca le ha resultado difícil ligar. Sabe, más o menos, qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo. Y sobre todo, qué tono usar a la hora de hacerlo.

No tardan mucho en llegar a su piso, donde meses atrás se había acostado con la persona que ahora esperaba fuera del pub, vomitando en un callejón oscuro fruto de los nervios. Él desviste a la desconocida, la besa y pronto se encuentra arremetiendo fuertes sacudidas contra ella. Grita. Y gime. Gime con fuerza. Alto. No se calla. No le importa gritar con más ganas aún. Cada embestida del chico mata un poco todos estos meses sin saber nada de ella, el desconcierto de qué hará, con quién estará o si volverá a verla. Da con más fuerza cuando recuerda a aquel ser imaginario con el que se lio ella tras su ruptura. Rechinan sus dientes y acaba corriéndose.

~

—Ya podemos estar juntos —le dice a ella, de nuevo en el mismo café.
—¿Cómo fue?
—Fue duro, intenso. Sexual. Ya sabes cómo funciono.

A ella le cae una lágrima por la cara.

—Pero te quiero, mi vida —dice él —. Ya no hay nada que pueda estropear esto. Somos iguales completamente. Dime que me quieres.
—Nunca dejé de hacerlo.

La besa con calma.

Nunca más volvieron a ser como antes. Nunca más volvieron a respetarse, aunque nunca se lo dijeron. Nunca más hubo un abrazo de verdad. Nunca más hubo una sonrisa real. Nunca más hubo amor. Nunca.

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GreyShock

#34 ¡Me ha gustado mucho! Duro y cruel. Pero... es curioso, ¿Sabes lo que he pensado al terminar el relato? "Que se jodan."

Ahí va otro cortito.. ¿Nunca habéis soñado que sois otra persona?

Anoche soñé con una vida entera

Anoche soñé con una vida entera. Desde los primeros vagos recuerdos de la infancia, la calidez de la familia, el dulzor de las nuevas experiencias y el placer de la diversión; hasta la reconciliación con los errores, el peso de lo vivido, la contemplación de tu legado y la marcha de tus seres más queridos; pasando por los amores, las amistades, los desengaños y la traición, el éxito personal y la realización como individuo. Presentación, nudo y desenlace de una existencia en su totalidad.

Al despertar me sentí en un cuerpo extraño, fuera de contexto, plagado de recuerdos con sabores falsos y obligaciones que jamás había deseado. Sin más opción que asimilar de nuevo la realidad y aprender a aceptar una identidad en la que todo está por hacer. Sumergido en un eterno déjà vu propio del prisionero de una edad que ya no es la suya.

Así que inmerso en una segunda oportunidad que jamás hubiera esperado, retomo el día a día con la extraña sensación de que en cualquier momento podría despertar para descubrir que no soy más que el sueño de alguien que no conozco.

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Exley

Me estoy leyendo todos y quería pararme a comentar los que me están gustado por ahora, #2 La cerilla y el #10 este tipo de conversaciones siempre me han atraído, probaré a escribir algo con ese estilo. El del hombre de la bañera me gusta mucho la narración pero que te lo cargues es una pena. Entre este y el ataúd de pino.. uff

También quería comentar el del dolor humano #14 ya que creo que te has colado en la trampa de generalizar en una de las decisiones más personales que puede llegar a plantearse alguien en su vida. Estoy contigo en el tema del suicidio adolescente en familias acomodadas (que también es generalizar, cada caso es un mundo). Pero en lo que me parece que te equivocas pronfundamente es en nadie se muere por la muerte de un ser querido o ni nadie se muere de amor. ¿No es verdad que hay parejas ancianas que mueren poco después que su pareja haya fallecido sin razón aparente? ¿Ganas de vivir? ¿Añorar? ¿Amor? Llámalo X pero pasa lo mismo que con el placebo, con el efecto contrario, muchas de estas parejas mueren porque han perdido a su compañero de viaje.

Conozco casos de éxito y de intentos de suicidio, y estoy de acuerdo que puede que se produzcan porque son personas débiles, pero eso no las convierte en cobardes. Del mismo modo hay personas tímidas, extrovertidas o competitivas, son atributos inherentes a la persona, y si la suma de factores acaba en suicidio creo que como mínimo se debe dar el beneficio de la duda y no acusar sin miramientos de cobarde.

¿Acaso la vida es SIEMPRE la mejor opción? Yo creo que no. Y ojo que aborrezco el suicidio.

Sigo leyendo relatos!

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GreyShock

#36 Nunca había visto el suicidio desde esa perspectiva... no considero el suicidio de cobardes, pero nunca lo había tomado en serio como "algo para la gente cuerda", siempre he pensado que por muy poco que te quede siempre hay un motivo para seguir adelante, que es la vida misma en sí. Pero bueno, supongo que es una opinión personal. Mis abuelos paternos fueron un caso del ejemplo que presentas, al poco de morir mi abuelo, mi abuela empezó a perder las ganas de vivir y tardó pocos meses en acompañarle, es lo que se llama morirse de pena.

El asesinato, sin embargo, sí que me parece algo más de cuerdos. Nunca nadie me ha hecho nada lo suficientemente grave como para querer matarlo, pero entiendo que haya casos en que sí, matar es la única forma de poder seguir viviendo.

Ale, reflexión hecha, os dejo con otro relato, un poco al tono "de muerte" que está cogiendo el hilo.

Cómo morir sin sed y con la cabeza aplastada

  • Háblenos de la muerte de su marido.

El detective de policía acariciaba la barba de su perilla mientras repasaba las fotos del cadáver del señor Austin, desplomado en mitad de un sendero de montaña. Tras unos instantes sin respuesta levantó la vista hacia la mujer de 28 años que se sentaba frente a él, en la sala de interrogatorios de la central. La mujer contemplaba ausente el vaso de agua que le habían servido, solitario en el centro de una gran mesa grisácea.

  • Señora Austin, si lo desea…

  • Supongo que fue la gota que colmó el vaso. – Interrumpió la mujer. – Todo empezó así: con un vaso de agua.

  • No la sigo. ¿Podría indicarnos exactamente cómo falleció su esposo?

  • Si me permite contar mi historia dispondrá de todos los detalles, agente. – Espetó algo molesta la señora Austin, sin apartar su mirada del vaso de agua.

La mujer respiró pausadamente y retomó su relato.

“Mi marido y yo solemos -Solíamos- practicar senderismo un par de ocasiones al mes, en especial en los meses de verano. Creo que ha sido de las pocas cosas que he disfrutado de mi matrimonio. Ya saben, la clásica historia del príncipe azul transformado en sapo tras el matrimonio. Se volvió cada vez más duro, frío y autoritario, como si el ‘sí quiero’ fuera una fórmula mágica para limpiar el disfraz prematrimonial de los hombres.

Sé lo que pensarán. Apenas llevaba casada poco más de dos años con mi marido. Pero desde que nos casamos parece ser que ‘anularme’ pasó a ser su meta principal. Me obligó a abandonar la carrera de medicina a falta de dos años de su conclusión, con el pretexto de que no necesitaba el sueldo de su mujer para salir adelante. Y esa tónica se extendía a cualquier aspecto de mi nueva existencia. La gota que colmó el vaso fue la primera y la última vez que me pegó, hará cosa de dos semanas.

Entonces me decidí. La noche de ayer invité a unos amigos a cenar. Preparé una fondue de queso, galletitas saladas y frutos secos para acompañar, seguido de unos canapés de huevo y anchoa. Y para rematar la velada mientras fumamos algo de marihuana, 1kg de pipas en una gran fuente, para picotear mientras charlábamos. Sólo desde la cena hasta la hora de dormir lo vi beber un litro y medio de agua.

Por la noche, una vez dormido, encendí el aire acondicionado y cerré las ventanas. A él le sienta horrible ese aparato por las noches, le reseca la garganta y le provoca una tos horrible. Así que me aseguré de dejarle a mano una botellita de agua. Antes de despertar había ingerido un litro más de agua.

Preparándonos de buena mañana para salir de casa – antes de dirigirnos a una ruta especialmente difícil que yo le provoqué a tomar días antes – le serví un delicioso batido de frutas de 1 litro que le insté a tomar en pos de su salud. Aunque también antes de partir desayunamos un sobre entero de bacon con el que se me fue una pizca la mano con la sal. Pese a sus quejas se los comió todos regándolo con abundante café. Así que antes de coger el coche conté casi 2 litros más.”

  • Señora Austin, cuando le pedí que fuera precisa no me refería a esto. ¿Cómo acabó su marido en medio de la montaña con la cabeza aplastada?

  • Se lo estoy explicando, detective. Haga acopio de profesionalidad y escuche mi testimonio.

La mujer sostuvo estoicamente la mirada del policía hasta que éste, rindiéndose con un ademán de mano, le indicó que prosiguiera.

“En el coche, de camino al refugio de montaña, conté un cuarto de litro más. Cuando alcanzamos el inicio de la ruta ya daban las diez de la mañana. Hoy el clima, por lo visto cómplice de mis planes ha sido especialmente caluroso, así que lo tomé como una señal de que debía llegar hasta el final. Esta fue la parte más difícil, moralmente me refiero. La ruta se estaba poniendo realmente complicada, repleta de pequeños barrancos y empinadas cuestas de arenisca. Me había cargado con cuatro botellas de dos litros en la mochila, para asegurarme de que mis planes surtían efecto.

Para cuando llevábamos recorridas tres cuartas partes del camino yo había terminado con prácticamente dos botellas de las que llevaba, estaba siendo un auténtico reto. Pero él… él había terminado con las otras dos. Eso suman cuatro litros a la ecuación. No las tenía todas conmigo, pero confiaba en que el empujoncito de la noche anterior hiciera el resto del trabajo. Por si acaso, de todos modos, le cedí lo que sobraba de mi segunda botella. Un cuarto de litro más.”

  • Déjese de rodeos, señora Austin. ¿Qué me está usted dando a entender? ¿Que intentó usted asesinar a su marido a base de ganas de mear? ¿Lo atacó mientras descargaba tanta agua?

  • No sea estúpido. Escuche atentamente lo que le voy a contar ahora.

“En condiciones normales, una persona sana en la que la hipófisis, los riñones y el corazón funcionan sin problemas puede beber hasta 7,5 litros de agua al día, a razón de 1,5 litros por hora. Si se superan esos valores, se produce una excesiva dilución del sodio en la sangre, fenómeno conocido como hiponatremia, y se deja de producir la hormona anti diurética. En casos extremos, con niveles de sodio inferiores a 100 mmol/l, se pueden producir edemas cerebrales, comas, o incluso morir, ya que el cerebro es el órgano que más se ve afectado. A este fenómeno se le conoce como hiperhidratación o, lo que usted está pensando, señor detective: intoxicación por agua. Ahora tan sólo haga cálculos.”

La mujer dejó escapar un largo suspiro de alivio, cogió el vaso que había frente a ella y se lo bebió de un trago. El detective, completamente descolocado, consiguió responder tras un leve balbuceo.

  • Esto es fascinante señora Austin. Parece que aprovechó usted sus años en la facultad de medicina. Pero… cómo decirlo. Su marido murió con la cabeza aplastada.

  • La hiperhidratación surtió efecto, y mi marido se desplomó ante mis ojos, víctima de los primeros síntomas…

  • ¿Le pudo la compasión? – Intentó completar el detective. – Tenía el crimen perfecto delante de usted, iba a salir por la puerta grande. Aún lo amaba… y decidió terminar con su sufrimiento. ¿Me equivoco?

La señora Austin esbozó una sonrisa.

  • Se equivoca de cabo a rabo detective.

  • Entonces… ¿Por qué? ¿Por qué tirar por la borda un plan tan bien urdido?

  • Cuando lo tuve allí, a merced de la muerte desmadejado ante mis pies, me di cuenta de que no lo quería muerto. No quería simplemente hacerlo desaparecer de mi vida. Era algo más, algo más primitivo y salvaje. Me di cuenta de que no deseaba que muriera, deseaba MATARLO. Así que cogí la roca más contundente que pude encontrar, y le reventé el cráneo.

RePuWoMaN

Era de madrugada cuando entro por mi ventana. Se la había dejado abierta. Poco, muy poco. Lo suficiente para que al amanecer me diera cuenta de que en mi casa había alguien.

Me lo tomé con filosofía. "No tengas miedo, seguro que todo sale bien". Caminé con sigilo por toda la casa, descubrí algunas huellas en la cocina y las seguí con cuidado. Al final del pasillo estaba la habitación donde había pasado muchas de sus horas libres mi marido antes de que la muerte se lo llevara hacía tan poco tiempo...

La puerta estaba entornada, un hueco como de unos 15 cm delataba que el intruso había pasado por allí. Tras pensarlo unos segundos me decidí a entrar, caminando, despacito, abrí la puerta poco a poco, y allí estaba él. Su pelo rubio como la paja, suave, sedoso, brillante en aquel rayo de sol. Al oirme entrar se giró, sus enormes ojos azules me miraron con dulzura.

"Es él", pensé, "ha vuelto a mi lado".

Cuando me acerqué a tocarlo, a ver si aquella visión que había tenido era real, me miró fijamente y dijo: "Miau". Y al igual que había pasado con mi esposo, no volvimos a separarnos.

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charlesmarri

TÉ ROJO FRÍO

—Cómo has cambiado… Veo que sigues yendo al gimnasio.
—Pero no se han ido los dolores de espalda. Tú sigues igual. Y eso es bueno. Estás guapa.
—Y tú fuerte.
—Y guapo.
—Siempre has sido guapo.
—Gracias.
—Tengo que decir que me sorprendió tu llamada.
—Lo supuse.
—Aquí estoy, entonces. ¿Pasa algo?
—No, sólo quería volver a tomar un té contigo.
—¿Entonces estamos aquí sólo para tomar té?
—¿Hay algún problema con eso?
—Ninguno.
—¿Qué fue de ti? Te perdí la pista cuando me quité aquella maldita red social.
—Acabé la carrera y ahora trabajo. No es algo donde me sienta totalmente realizada, pero es un trabajo.
—Y tal y como están las cosas…
—Exacto. Estoy bien. Tranquila.
—Eso es bueno.
—¿Y tú qué?
—Me casé.
—¿En serio?
—No, idiota. Soy demasiado joven. Acabé una novela y me la publicaron, pero no tuvo mucha tirada. Ahora estoy con otra y parece que puede tener mejor distribución.
—¿Sólo eso?
—Tengo algo en la Universidad. Estoy en alquiler. Tranquilo, también.
—Leí tu novela. Me llegó sin remitente.
—¿Quién sería?
—Siempre tan misterioso…
—La nueva es más comercial. Me dará más pasta.
—Esta vez espero comprarla.
—Eso díselo a los de Correos.
—Yo no te perdí la pista después de que desaparecieras.
—Yo a ti tampoco. No del todo.
—Lo sé.
—¿Y ahora qué?
—Supongo que ahora debemos bebernos el té antes de que se enfríe. El té rojo debe tomarse caliente.
—El mío está ya algo frío.
—Puedo pedir que te lo calienten.
—Siempre tan bueno con los demás.
—Esta vez estoy siendo bueno contigo.

Ella no puede evitar ponerse a llorar. Él lo hará cuando llegue a casa.

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Abyssix

#34 Me ha encantado... no es un relato muy complicado, a diferencia de otros que pierdes hasta el hilo, es más bien crudo, incluso cruel, a mi personalmente me ha hecho reflexionar... no sé, me ha gustado mucho, creo que se te da bien y que sabes describir perfectamente la crueldad de cosas que aunque no lo parezcan son más que cotidianas :)

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charlesmarri

#40

Gracias.

Supongo que mi situación actual motiva a escribir mejor estas cosas.

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GreyShock

#38 No sé por qué, llámalo instinto felino, desde la primera frase sabía que había entrado un gato! Me he sorprendido al leer el final y ver que, efectivamente, así era :3

#39 Parece una historia feliz, con una novela publicada y otra en camino... algún día, ya me gustaría a mí... :P

#41 :(

Yo tengo la suerte de tener novia y estar muy a gusto con ella ahora, Sólo llevamos un año juntos y estoy disfrutando ahora de la época más feliz... sólo espero que no termine marchitándose como mis otras relaciones. Con tantos desencuentros, uno se plantea si realmente existe el amor para siempre y... ahora que lo pienso, yo nunca he dejado a ninguna de mis parejas, ni creo (aún habiéndome forzado a ello) haber dejado de quererlas, siempre serán personas especiales en mi vida.

Esas épocas de soledad tras la ruptura parecen infinitas, se sienten más largos tres meses de luto que tres años de relación. Pero la vida se abre camino, y hay que sacar fuerzas de cualquier parte para seguir disfrutando de todas las cosas que existen más allá del amor, que no son pocas, pero difíciles de ver con el corazón partido.


Iba a poner un relato, pero con la reflexión filosófica que me he pegado sobre el amor creo que vale xD Me los guardo para momentos más felices en el hilo... :)

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charlesmarri

#42

Yo también tengo novia, sólo que ahora estamos pasando una etapa extraña por mi culpa, básicamente. Espero que se arreglen las cosas y tal.

Gracias por el comentario.

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GreyShock

#43 ea pues, canaliza, canaliza, que te quedan buenos relatos :)

Voy a colgar el relato que tiene más visitas de mi blog, y fíjate tú, es de los que menos me gustan precisamente... lo único que saco claro de aquí es que la gente es muy morbosa.

DE COMER POLLAS

Durante cinco minutos, fuimos uno. Un único ente dando forma a algo estridente, sucio, pero melódico. El sudor caía por mi frente descubierta, mi pelo recogido en una coleta. De vez en cuando intercambiaba alguna mirada de complicidad y sonreía. Ese garaje sucio nos permitía estar en comunión, nos hacía magníficos por unos instantes. Pero la canción terminaba, y volvíamos a ser los gilipollas de siempre.

Llevaba muchos años con mi grupo de música, nos habíamos visto en las situaciones más lamentables, habíamos pasado por nuestras terapias de grupo y nos habíamos visto otoño tras otoño con cada vez menos pelo en nuestras melenas heavys. Pero eso también nos había hecho grandes amigos y, qué coño, casi familia.

Agotados de la sesión de decibelios salimos a la calle a fumarnos un porro. Se estaba haciendo de noche y empezaba a refrescar. Jorge terminó de liarse el canuto y lo encendió con una larga y profunda calada. Tras la nube de humo que soltó vino una pregunta que siempre crea debate.

  • Vosotros, ¿Por cuanto dinero os comeríais una polla?

  • ¿Qué pasa Jorge? ¿Te ha salido una oferta de trabajo? - remató Jose con una rapidez pasmosa. Tras las risas, Jorge continuó.

  • Es una pregunta seria. Por cuanta pasta. ¿Por 80.000€?

  • Hombre? por 80.000, se puede hacer un esfuerzo, pasas un mal rato, pero yo creo que los billetazos te hacen olvidar fácilmente. - contesté.

  • ¿Y por 50.000€? - apretó Jorge.

  • Pues, supongo que también. Es una pasta. Más de dos años de curro fácilmente. - continué.

-¿Y por 30.000€?

  • Hombre, pues supongo que s... Espera, tío. Qué es esto. ¿Una subasta? - Todos ríen.

  • Viendo lo fácil que baja la cifra, vuelvo a hacer la pregunta: ¿Por cuanta pasta os comeríais una polla? - Jorge le dio una última calada al porro y se lo pasó a Carlos, nuestro batería. Carlos profirió una profunda calada y luego la hizo bajar con cerveza.

  • Yo la chuparía por 100 € - Espetó Carlos.

  • ¡La hostia! ¡Tenemos una puta en el grupo y no lo sabíamos! - Exclamé.

  • ¡Si nos lo hubieras dicho antes nos hubiéramos pillado los amplis nuevos! - Rió Jorge.

Cuando Carlos se pudo abrir paso entre las bromas, continuó.

  • A ver, pensadlo fríamente. La dignidad es un invento, como la navidad. No la necesitamos, pero nos da una excusa para hacer cosas estúpidas. Si lo miramos desde una perspectiva puramente física, chupar una polla no te cambia a nivel molecular. Pero sí te haría 100 € más rico.

  • Dios, tío. Estás enfermo. Tragarse el orgullo es una cosa, pero ¿te tragarías una corrida? - pregunté.

  • Uff? Eso ya no lo sé, eso sí que te cambia a nivel molecular ¿No? - Ríe Carlos.

  • Sí, te llena de proteínas. A nivel molecular sales ganando también. 100€ con vitaminas. - Le suelta Jorge. Todos reímos y Jose golpea a Jorge en el hombro mientras se descojona.

  • Bueno, tú también mójate, Jorge. ¿Por cuanto? - Le pregunté.

  • Hombre, pues depende de lo guapo que sea el tío. - Contesta. Todos reímos.

  • No, lo digo en serio. A lo mejor por 4.000€ le chuparía la polla a un tío corriente, pero no a un viejo enrojecido.

  • ¡PUAJ! - Nuestras caras se convierten en muecas horribles, incluso alguno reprime una arcada.

  • ¿Y por 3.000€, le comerías la polla a?por ejemplo, Brad Pitt? - Le pregunté.

  • ¡Ni de coña! Imagínate la de peliculones que me perderé por el trauma. - Reaccionó Jorge.

  • ¿Y por 500.000€? - Insistí.

  • Hombre? tampoco me gusta tanto el cine. - Todo reímos.

Carlos me pasa el porro y le doy alegremente unas caladas, la conversación lo merece.

  • Bueno, y ¿a qué viene esa pregunta? - dice Carlos.

  • No sé, por hablar de algo. Por ejemplo, ¿Por cuanto os comeríais una mierda? - continúa Jorge.

  • Hombre, depende de quien sea la... - Corto la frase de Jose de un puñetazo en el hombro y le paso el porro.

  • Vamos para adentro, que esto está degenerando.

Y como si nada, volvemos a darle a las guitarras. Porque el problema no es por cuanto nos comeríamos una polla, si no quién estaría dispuesto a pagar para que unos tíos tan feos como nosotros lo hiciéramos, esos sí que están enfermos. Puto Brad Pitt.

GreyShock

Ahí va una crítica bizarra a la religión en forma postapocalíptica para el viernes! :)

El único Dios verdadero

Él quería curar el mundo, hacerlo un lugar mejor, para ti y para mí y para la raza humana al completo.”

Evangelio según San Quincy, 17:4

Los nómadas se frotaban las manos en torno a la hoguera, llevaban semanas de viaje y la tierra se hacía más fría conforme se aventuraban hacia Berlinia. Era una noche húmeda, y había que estar vigilante frente a la hoguera para no perder calor en el campamento. Para hacer más llevadera la vigilia a los que estaban de guardia, el padre Gyallas enunciaba las parábolas del Todopoderoso y su hijo.

“Cabeza rapada. Cabeza muerta. Todo el mundo se ha vuelto malo. Turbación. Especulación. Alegación. En la suite, en las noticias. Todo el mundo. Comida de perro. Hombre negro. Chantaje. Arrojad a mi hermano a la cárcel.”

Gyallas predicaba las sagradas escrituras, recopiladas e interpretadas por los grandes profetas ingenieros que recuperaron el legado del Gran Mundo antes del cataclismo. Los nómadas atendían maravillados, ya que estando poco extendido el arte de leer entre los peregrinos y siendo tan escasos los libros, siempre era un placer escuchar las historias de los adeptos de Miguel. Mientras tanto, asaban unas perdices en el fuego, y se calentaban con aguardiente comprado a los boticarios ambulantes.

“La Biblia reza: el mundo era un paraíso miles de años atrás, Dios le dio al hombre máquinas que volaban, grandes espectáculos y diversión, comida mágica instantánea y cajas de luz donde podían verse historias maravillosas. Pero el hombre es egoísta, y aún habiendo mil veces más recursos que en la actualidad, de sobra para todos, empezó a matar a sus iguales por hacerse con el poder del paraíso. El Señor, compasivo, envió a su hijo a la tierra, para enseñar a los humanos a amar y perdonar, y conservar el paraíso que se les había regalado.”

De la boca del cura escapaban nubes blancas de vapor mientras oraba en mitad de la noche, pero su devoción y el fervor en sus palabras parecían librarlo del frío y la humedad, aún así, no rechazó un trago cuando le pasaron el aguardiente.

  • Padre Gyallas, ¿Son ciertas las historias que dicen que Miguel, hijo de Dios, era negro?

El cura asintió lentamente, mientras se calentaba las manos sobre la hoguera.

  • Era negro. Pero no era un traidor. Dios lo hizo nacer negro para probarlo. Para demostrar que no todos los negros son demonios, si no hermanos descarriados, que deben pagar por sus pecados de otras vidas, hasta renovarse en un cuerpo puro, como el nuestro. De hecho, Miguel, hijo de Dios, entonaba una parábola que dice así:

“No digas que crees en mí, cuando te he visto arrojar tierra a mis ojos. Pero si estás pensando en ser mi hermano, no me importa si eres negro o blanco.”

Gyallas dio una vuelta sobre sí mismo y se apretó el paquete con fuerza arrojando un grito agudo.

– ¡Ih-ih! -

Señal de santiguación de todos los fieles de Miguel.

  • ¡Ih-ih! – Gritaron en respuesta los que escuchaban sus historias.

  • Con el tiempo, una vez superada la prueba del Señor, la piel de Miguel empezó a tornarse blanca, demostrando que era posible la redención, y del escalafón más bajo en el que puede nacer un ser humano, el hijo de dios ascendió hasta el blanco más puro, y su palabra se divulgó por todo el paraíso, y el pueblo, enamorado de la palabra que Miguel predicaba, no tardó en nombrarlo rey. Rey del Pop.

  • ¿Qué es el Pop, Padre?

  • El Pop es el arte de predicar la palabra del Señor, y Miguel era el rey.

  • ¿Y por qué Dios permite que suframos? ¿Por qué ha sido destruida nuestra tierra y nos vemos avocados a este éxodo hacia Berlinia? – Cuestionó uno de los nómadas, abatido por las semanas de viaje.

El padre Gyallas lo miró con benevolencia, compadeciendo al ignorante.

  • ¿Nadie te ha hablado de los arcángeles repudiados? ¿Kanye West y Snoop Dogg?

Al escuchar el nombre del Diablo, el resto de peregrinos se levantaron, dieron una vuelta sobre sí mismos y se santiguaron agarrándose el paquete, “Ih-Ih!”

  • Kanye West y Snoop Dogg eran ángeles, aliados de Dios. Pero incluso en el Cielo existe la corrupción, y la avaricia de West y Dogg, pretendiendo usurpar el trono sagrado, fue castigada con la expulsión del reino celestial. En su caída meteórica a la tierra, sus cuerpos se prendieron fuego y acabaron negros, como el cabrón.

Los oyentes se frotaron los brazos, en un escalofrío temeroso.

  • Pero lejos de arrepentirse, Kanye West y Snoop Dogg empezaron a divulgar un mensaje de fornicación, masturbación, dinero y poder. Muchos hombres, de voluntad débil, empezaron a ceder ante las mieles de los demonios y cayeron en su espiral de vicio fácil. La población del paraíso empezó a volverse negra, a vestir ropas holgadas y cadenas de plata y oro, tomaban drogas que les impedían ver el infierno y poco a poco fueron quemándose y acabando tan negros como sus captores…

  • ¡Malditos! – exclamó el más joven, algo animado por el aguardiente.

  • ¡Que su oscura estirpe arda para que podamos regresar al paraíso!

El padre Gyallas sonreía de júbilo al ver toda la buena fe que desbordaban sus peregrinos.

  • Me agrada vuestro ímpetu, pero procurad manteneros alejados de la ira. Recordad las palabras de Miguel.

“Empezaré con el hombre del espejo. Le pediré que cambie sus maneras. Y ningún mensaje podría ser más claro. Si quieres hacer del mundo un lugar mejor, contémplate a ti mismo y, entonces, cambia.”

  • ¡Ih-ih! – exclamaron todos. El cura bebió otro trago de aguardiente.

  • ¡Padre! ¡Baile para nosotros en esta noche de amor a Miguel la danza del Moonwalker!

  • ¡Ja, ja! ¡Así me gusta! ¡Alabado sea Miguel!

Dicho esto, el cura empezó a mover sus tobillos de izquierda a derecha mientras chasqueaba el pulgar al ritmo y con otra mano se tocaba la frente con el índice. Los nómadas empezaron a acompañarlo con palmas. Uno de ellos, bardo de profesión, empezó a tocar notas graves en su laúd al ritmo del Salmo de la Virgen Billie Jean. En un ritual de puro gozo, todos empezaron a cantar, mientras el padre caminaba marcha atrás en torno a la hoguera.

“¡Billie Jean no es mi amante! ¡Sólo es una chica que dice que soy el padre! ¡Pero el niño no es mío! ¡Ih-ih! ¡Es un hijo del Señor!”

GreyShock

Bueno, yo sigo colgando mis textos a la espera de que se anime más gente :) Esta vez cuelgo un relato que es una vivencia, más que una historia, pero me pareció interesante escribirla.

Una historia real sobre un hombre normal

Esta es una historia real. Una vivencia propia trasladada al papel y adornada con algo de prosa literaria.

Cada mañana cojo el autobús hasta el centro para ir al trabajo. Normalmente escucho música mientras leo manuales de programación para hacer el trayecto ameno y productivo. Todos los días igual, hasta que hay uno que no lo es. Historias del transporte público… supongo que habrá muchas y se podrían llenar libros sólo con ellas. El caso es que un día, durante todo el trayecto, noté que un hombre mayor me miraba. Estaba sentado lejos, a tres o cuatro asientos de distancia y, cada vez que levantaba la vista de libro me lo encontraba observándome con una sonrisa.

Pelo blanco y frondoso como la nieve, corto, pero que no dejaba ver el cuero cabelludo a través. La cara muy finita, dibujando la silueta del cráneo y llena de arrugas ennegrecidas por la edad que remarcaban esa sonrisa constante en su rostro. Lo que más me llamó la atención, sin embargo, fueron sus ojos. Unos ojos vivos, jóvenes, enormes, casi infantiles, que parecían devorar cuanto veían, e incluso a veces, haciendo dudar de la cordura de su dueño.

Conforme el autobús llegaba a su destino, me levanté del asiento para esperar junto a la puerta. El hombre hizo lo mismo y se puso a mi lado, mirándome. Yo le devolví la mirada sonriendo y su rostro cambió, desconcertado.

  • Te pareces mucho a un amigo mío. Te he confundido con él.

Sus palabras me sorprendieron, ya que no me imaginaba a ese hombre con un amigo de mi edad.

  • Pues no soy yo. – Le contesté, medio bromeando.

  • Tiene el pelo y la barba como tú. De lejos sois iguales.

Yo simplemente sonreí. Nos dimos los buenos días, y cada uno se fue por su camino. Me preguntaba que haría un hombre de su edad en el autobús tan temprano, según la edad que aparentaba debería estar hace tiempo ya jubilado. Supuse que iría a ver a un familiar o algo por el estilo.

Al día siguiente volví a encontrármelo. Creo que esta vez él no me vio. Le cedió el asiento a una pareja de mujeres que rechazaron a primeras el asiento, pero no se lo pensaron en cuanto el hombre insistió. Y ahí estaba. De pie, con su sonrisa. Al llegar a nuestra parada me fui sin decir nada.

Otro día más volví a verlo. No sabía si es que nunca había estado antes, o había empezado ahora a fijarme en él y lo veía siempre. Me parecía fascinante, con la de autobuses que pasan, y las horas aleatorias a las que lo cojo, que siempre me lo encontrara. Me preguntaba si tenía un trabajo. A dónde iba cada día. Esa mañana fijé mi vista en él para hacerme notar. No sé por qué sentía la necesidad de conocer más de esa persona, me intrigaba y me fascinaba al mismo tiempo.

  • A trabajar – Me dijo al bajar del autobús, como si hubiera leído la intriga en mi mente.

  • Sí. – sonreí – Que vaya bien.

Nos dimos los buenos días y cada uno por su lado.

Era viernes, mi novia vino a buscarme al trabajo. Comimos por el centro y luego dimos un paseo mirando tiendas. Estábamos planeando qué hacer esa noche cuando llegamos a la parada para coger el bus de regreso. Mientras ella llamaba a un amigo por teléfono me puse a liarme un cigarro. Conforme enrollaba el tabaco en el papel levanté la vista y lo vi. Estaba sentado contra la verja de la iglesia mientras fumaba un purito, como si hasta en la hora fumar coincidiésemos. Me hizo un gesto con la cabeza y me acerqué.

  • ¿Qué tal? – le pregunté.

  • Bueno, bien. Vengo ahora del taller.

  • ¿De qué es el taller? – Le pregunté ignorando mi cordialidad, estaba demasiado intrigado.

  • Ah… nada, un taller, donde vamos ahí… -

Esa respuesta me hizo pensar en un centro de desintoxicación o algún otro tipo de sitio de ayuda social. Deseché esas ideas intentando no prejuzgar.

  • ¿Trabajando?

  • No, no. Hemos estado jugando a fútbol. Yo trabajo de carpintero por las mañanas. Mi novia trabaja cosiendo.

Me quedé sin respuesta, así que me limité a asentir. Esa frase contenía demasiada información a procesar. ¿Jugar a fútbol? ¿Carpintero?… pero lo que más me chocó de todo: ¿Novia? De una persona de esa edad te esperas la palabra mujer o esposa. Asociar el término “novia” a un hombre de esa edad me hizo reconfigurar completamente la visión que tenía de él.

Mi chica terminó la llamada telefónica y nos fuimos a casa en el autobús. Me hubiera gustado decirle al hombre, que estaba sentado frente a nosotros, “esta es mi novia”. Pero me paré a pensar que ni siquiera nos habíamos dicho nuestros nombres, así que preferí dejarlo así.

Esa ha sido la conversación más larga que hemos tenido hasta el momento. Ayer, antes de bajarme del autobús el hombre me alargó la mano y yo se la apreté, a modo de saludo. Nunca había estrechado la mano de alguien sin saber su nombre, fue como una muestra de respeto entre desconocidos habituales.

De alguna manera, esa persona ha quedado en mi mente, intrigándome, inspirándome, así que decidí escribir un relato basado en esa esencia pero, al empezar a adornarlo, a darle trama o más sentido, vi que desvirtuaba completamente la experiencia que supuso conocerle. Por eso, he escrito este texto, una historia real, la historia de alguien que ha pasado por la vida de un joven escritor inspirándolo a escribir sobre él. Espero volver a verle.

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GreyShock

Recién salido del horno. Un relato sobre cojones y testosterona :P

La musa de calibre 45

Aborrezco el amor. Cada vez que leo un relato romántico me entran ganas de quemar un libro. Parece que la mitad del puto mundo sólo sabe escribir sobre sentimientos, florecillas en el estómago o lágrimas derramadas sobre la arena. Estoy hasta los cojones de leer como mueren de pena dos gilipollas que no saben quererse, dos gilipollas cuyo mundo se reduce al amor; parece que no tengan más placeres en la vida que contemplar cabellos sedosos, labios húmedos, miradas cómplices o sexo disfrazado de rito espiritual y fusión de almas. Por eso, por culpa de toda esa gente que escribe de forma enfermiza sobre corazones rotos o dedos entrelazados, llevo siempre una Colt calibre 45 en la gabardina.

Soy una especie de superhéroe literario. Me dedico a destruir el tiempo agarrado a una copa de whisky en la barra de un sucio bar. Me dedico a fumarme un cigarro tras otro esperando a que me peguen un tiro. Lo hago porque sé que te gusta verme morir. Que te encanta ver como visito a mi viejo amigo Jack para que me saque las balas del hombro mientras muerdo una madera. El tintineo de la bala ensangrentada tocando la bandeja metálica, siempre hay una bandeja metálica, y mi copa de whisky, reluciendo entre los hielos, para mitigar mi dolor.

Siempre llevo una pistola.

De vez en cuando paseo bajo la lluvia, de noche, entre luces de neón. Y amo alguien, pero la amo como se tiene que amar, en silencio, como un puto hombre. No necesitáis que os cuente lo que es el amor, porque a todos nos llega, es como la varicela, como el puto sarampión. Todos sabemos lo que es. Así que subo las escaleras de ese sucio hotel y le hago el amor a mi chica, mi perdición, cuanto más sucio mejor, y no tengo que contaros lo que siento, porque todos lo sabemos. Tengo que contaros lo que nunca sabréis. Nunca sabréis que se siente al sostener a un tío por la corbata a doce pisos de altura. Nunca sabréis qué se siente al pelear a puño limpio en medio de un bar en llamas. Nunca sabréis que se siente cuando una bala atraviesa la ventana del hotel y secciona la yugular de tu amada.

Queréis conocer mi venganza. Por todas las venganzas que no habéis podido cobraros vosotros, cabrones. Queréis ver como le arranco los ojos al hijo de puta que ha matado a mi alma gemela. Todo la sangre que jamás os atreveríais a verter.

Por eso siempre llevo una pistola.

Una musa del calibre 45, y busco a un escritor y se la meto en la boca, para que de sus cojones nazca una historia épica, que se invente una muerte nueva para mí, un nuevo dolor, porque yo lo soporto todo. Soy tu puto héroe, y te encanta verme sufrir.

GreyShock

Bueno muchachos! Aquí no se escribe o qué? :(

Para variar, continúo mi monólogo de relatos... Voy a colgar uno que llevaba tiempo queriendo poner, pero me lo estaba ahorrando porque es más largo de lo que se suele publicar aquí (3 páginas), así que voy a poner un par de párrafos a modo de reseña y al que le interese puede seguir leyendo en el enlace.

El Poker de la Osa Menor

El paisaje cambiaba al ritmo de la suave inercia que llevaba la Chicken Bone a través de un cuadrante abandonado de la Osa Menor. Por los grandes ojos de buey de la sala principal se podían contemplar un sinfín de puntos brillantes a la deriva, millones de estrellas siendo testigo de los dos años que la nave de transporte llevaba extraviada en el espacio. En medio de una misión rutinaria, un pedazo de basura espacial interceptó el rumbo de la nave del capitán Arthur Tracker. La colisión destrozó los sistemas de propulsión de la Chicken Bone y la desplazó de su trayectoria rumbo a ninguna parte a una velocidad constante de doce centímetros por segundo. Por suerte o desgracia, la carga de la nave eran verduras, embutidos y vinos criogenizados de primera calidad procedentes del planeta-granja Ibericus IV, así que todo ese tiempo a la deriva hubo comida de primera calidad para los cuatro miembros de la tripulación, y se preveía que podrían subsistir dos años más si se racionaban bien.

  • Pareja de cuatros – Christian Tracker, el hermano del capitán, mostraba sus cartas y se preparaba para llevarse el botín: Unos tacos de queso de oveja semicurado que acompañarían perfectamente a las lonchas de jamón que acaba de desplumarle a su novia, María.

  • ¿¡Cómo puedes apostar tan fuerte con una pareja!? – Arthur se echaba las manos a la cabeza, su hermano era capaz de leer todos sus movimientos y siempre le tocaba lo peor para comer.

  • Sabía que no tenías nada, Arthur, tienes que practicar más tu cara de Poker-

En la nave habían cogido como costumbre jugarse la comida del día al poker, cada uno se apostaba sus raciones, y así mataban una parte más de un día que llevaba durando más de 17.000 horas.

[...]

http://relatosgrises.wordpress.com/2012/01/05/el-poker-de-la-osa-menor/

No quiero hacer spoilers, pero os recomiendo que la continuéis porque la cosa no se queda sólo en un poker, claramente :si:

¡Animáos a escribir!

1
K

Fragmento piloto.

Dejó el teléfono encima de un tomo de medicina básica, colección que le había comprado su padre cuando él tenía siete años, seguro de que su hijo sería médico. De vez en cuando leía algo de éstos, pero por curiosidad, nunca con la intención de convertirse en médico; había pasado el suficiente tiempo en el hospital como para odiar la prepotencia innata de la profesión.
Se dirigió hacia la cocina para servirse una Schweppes y vio una nota pegada con un imán en la nevera. Sus padres nunca colgaban nada allí y no reconocía la letra, tal vez no era para él pero cogió el papel y la bebida y fue hacia la sala de estar. No había nadie, pero eso él ya lo sabía, los viernes por la mañana estaba la casa vacía. Se sentó en el sofá y leyó la nota:
"Señor Alonso, he estado viendo sus progresos y creo que es hora de jugar, sé que se aburre, sé que se va la cama sin ganas y se levanta de igual manera, sé que en la soledad no tiene nada que contarse y sé que hace dos años le robó las medicinas a su tía por si alguna vez decidía suicidarse."
Paró. Nadie sabía lo de las medicinas, se las había estado cogiendo a su tía Teresa durante tres años, poco a poco, sin saber muy bien qué hacer con ellas. Desconcertado, siguió leyendo.
"Creo que ya he conseguido captar su atención. Bien. La propuesta que le voy a hacer es bastante peligrosa para ambos, pero sé que es lo bastante insensato como para evitarla. Antes de nada tengo que avisarle de que en estos momentos sé con total certeza lo que va a pasar cuando termine de leer esta nota, por lo tanto sus actos no van a ser libres, serán fruto de una necesidad que conozco y podré controlar. Nos vemos esta tarde en el cruce de la calle Góngora con la Cid. Lleve su teléfono móvil."

Es un breve fragmento de mi inacabada novela. Meted mierda, please, estoy cansado de hacerlo yo solo.

#50 A eso me refería exactamente, yo comentaré las vuestras cuando me las lea.

1 3 respuestas
GreyShock

#49 Por meter mierda te refieres a que critiquemos? :P

1 respuesta
evilsol

Contemplen con ojos lastimosos,
el olvido del imperio inalcanzado,
de los héroes y los símbolos
y compadézcanse de los fervientes,
pues la tristeza de los principios yace.

Contemplen,
un amanecer en tierra de nadie,
el huracán de viento apagado,
tiemblen , tiemblen,
pues su contemplación,
apresará ilusos e ilusiones triviales.

2
Exley

#49 Es inquietante. Parece el piloto de una serie de las de ahora con suspense y gancho al final pero que luego se resuelve rápido y mal (esperemos que no sea el caso). Me recuerda un poco a la peli "Última llamada" donde el que llama tiene el control sobre el otro, y este último se las tendrá que ingeniar para salir de la situación.

Ya tienes pensado como lo vas a resolver ? Tienes la trama pensada?

1 respuesta
K

#52 No tiene final, es más, esto sólo es el principio de una novela bastante larga. En verdad voy escribiendo lo primero que se me ocurre que tenga sentido. Lo que has leído y unas cuantas páginas más es tan solo el principio, pero no quería poner un tochazo.
Sí, después hay un diálogo directo entre Alonso y el tipo de la nota, no se presenta pero le manda "tareas"...
Más que nada lo hago para pasar el rato y mejorar mi expresión escrita, por eso posteo, porque seguro que veis errores que a mi se me escapan. No descarto escribir una novela (aunque lo vea muy lejos), pero bueno, ahora estoy escribiendo un librete más que nada para lo que te he dicho.

Por cierto, gracias ;)

GreyShock

#49 Mierda siendo servida:

Es un comienzo interesante, sería difícil no serlo con la incógnita que presentas. Además, está escrito de forma correcta. Sin embargo, no sé por qué noto muy tópica toda la situación, no te puedo citar ejemplos exactos en los que suceda eso pero... el típico psicópata al teléfono que juega con el protagonista me parece una base poco atractiva a día de hoy.

Claro está que eso es sólo en principio, y lo jugoso de la obra sería que lo resolvieras de una manera original.

Para practicar por practicar, te recomiendo que escribas relatos cortos, porque practicas igual y te suma la satisfacción de terminar algo, y no esa infinita desazón de una novela incabada :P Además, te fuerzas a sintetizar y a plantear presentación, nudo y desenlace de forma inconsciente... ya que si vas escribiendo, como has dicho, sobre la marcha, te puede quedar una torre de naipes algo raruna.

O una obra maestra, nunca se sabe xD

En fin, esa es mi opinión, no la tengas muy en cuenta que yo tampoco es que sea aquí ningún académico xD

GreyShock

Añado un relato que he escrito como ejercicio de este mes de la comunidad "Adictos a la escritura". Se trataba de elegir un objeto/animal de una lista que nos proponían y describir sus sensaciones.

El proyecto se llamaba "Sensaciones" xD A ver si adivináis qué objeto elegí yo :P

43 252 003 274 489 856 000 Formas de Tortura

Cuarenta y tres trillones doscientos cincuenta y dos mil tres billones doscientos setenta y cuatro mil cuatrocientos ochenta y nueve millones ochocientas cincuenta y seis mil maneras de torturarme: Y sólo una es la correcta, sólo una les dará lo que quieren a esos cabrones.

Mi gente ha sufrido innumerables abusos a lo largo de la historia. Debe ser algo instintivo, animal, un odio secreto entre razas, porque en cuanto nos ven nos echan las manos encima y una vez capturados, empiezan a retorcer nuestras articulaciones, de un lado para otro, a veces hasta el extremo de quebrarlas, puros animales. Pero pocos consiguen lo que quieren. Nuestro ansiado secreto.

Cuando se hartan de tanta extorsión, me encierran en lugares oscuros, parte de la tortura psicológica supongo, y nunca se sabe a ciencia cierta cuando volverás a salir para reanudar los castigos. He visto pasar horas en la oscuridad, a veces sólo minutos, de vez en cuando terribles días o incluso semanas y, Dios no lo quiera, he oído que a compañeros míos los han mantenido reclusos durante años y a otros? de por vida.

Corren rumores de expertos en el arte de la tortura, que son capaces de arrancarnos nuestro secreto en cuestión de minutos, incluso segundos. Años de tortura reducidos a un instante vertiginoso de dolor, para acabar cediendo como cualquier cobarde. Aún rezo en mi celda por no toparme con uno de ellos pues ¿Sabéis que me han dicho? Esos sanguinarios en cuanto consiguen tu secreto, imposibles de saciar, vuelven a torturarte y te obligan a confesar de nuevo. Una y otra vez, una tortura sarcástica infinita en la que no puedes más que confesar y confesar y confesar, rojo, azul, naranja, verde, blanco, amarillo? ¿¡Qué más quieren saber!?

1
B

El otro día se me ocurrió un relato corto tirando a micro. Se me ha olvidado...

charlesmarri

VENENO INSÍPIDO

Jacinto lleva haciendo la misma ruta durante casi dos años seguidos, y siempre, como cada mañana, aparca su camión en medio de la nada y se toma un descanso de media hora en la cafetería del Motel Esquina, donde se relaja un rato hablando con Juan, el jefe. El lugar es de fotografía, típico y bastante usual: una sala grande y rectangular con mesas y sillas de madera, y una barra para que los tertuliantes se sienten y se tomen cualquier cosa. Lejos de las eventuales excursiones escolares, el Esquina no suele estar lleno, y aquella mañana, en la que Jacinto ya había pedido su cortado y su media tostada, como de costumbre, el sitio estaba desierto. 

Jacinto viste cómodo, un jersey rojo y una camisa de cuadros debajo. Los vaqueros ya han recorrido más kilómetros que su camión y lucen cansados, como él, quien encima de su recortada barba negra marca unas ojeras que podrían llegarle perfectamente sus pies, donde unas botas marrones, también viejas, las recibirían. Lleva en el negocio toda la vida, como lo hizo su padre, y no sabría hacer otra cosa. Gana un buen dinero, aquello no puede negarlo, pero los viajes lo mantienen alejado de su mujer e hijo, de quienes tiene una foto siempre en el camión, dejando de lado cualquier hembra desprovista de ropa. 

—Valientes sinvergüenzas —dice Juan, quien le sirve el café y la tostada. 
—¿Qué pasa, Juanito? —pregunta Jacinto.
—Pues los hijos de puta estos de los políticos, que roban como quieren y después los jueces dicen que no es así. Como al cabrón éste de los trajes.  

Juan señala a la pantalla. En ella aparece un hombre sonriente y con gesto victorioso, como quien se libra de una buena. Sonrisa raída pero pulcra, como su traje, que luce con alegría. Este señor había robado dinero público para sus asuntos personales, dinero que no le correspondía.

—Como el caso del pájaro éste de la Corona, que también estaba cogiendo lo que no era suyo —añade Juan, indignado —. Me toca mucho la moral, ¿sabes?

Jacinto coge su taza y sorbe el templado café, muerde la tostada y se pasa las dos manos por la cara. 

—Sí que son unos hijos de puta, sí —dice —. Me parto la espalda todo el día para recorrer cantidades de kilómetros que no sabía que existían, Juan. Pago mis impuestos y esta gente se los lleva. Y mientras mi hijo, que ha acabado la Universidad con más sufrimiento que nadie, por el tema que te conté, sale y tiene que trabajar de camarero, que, y sin querer faltar al respeto a tu trabajo, no es justo para eso por lo que le he estado pagando una matrícula.
—Ninguna falta de respeto. Tienes toda la razón. Y el problema es que lo sabemos y no hacemos nada. Dime para qué sirvió lo del [i]15-M[/i], dime que de qué sirven todas esas manifestaciones. Nos tienen pillados por los huevos y nos da igual.

Jacinto acaba su café y da el penúltimo bocado a la tostada.

—¿Sabes, Juan? A veces entiendo los actos terroristas. 
—¿Qué quieres decir?
—Tú lo has dicho, y ya llevo un tiempo pensando en todo esto, los actos pacíficos caen en saco roto. Sí, vale, una sociedad descontenta. ¿Y qué? Ellos tienen a jueces, abogados, banqueros y toda la santa madre que los parió. ¿Qué van a hacer? Hacen lo mismo de siempre. Pero… siguen haciéndolo porque no se han apretado las tuercas un poco más. 
—No te sigo, Jacinto.
—Quiero decir que las guerras, ya sabes que me gusta leer sobre Historia, no han acabado sin derramamiento de sangre. Los derechos, las libertades que hemos conseguido, que nuestros padres o abuelos consiguieron, han surgido luchando. Cargándose a los hijos de puta. Y ahora vemos lo que hacen, como ése —señala a la pantalla—, que se sabe que ha robado y que vive mejor de lo que tú y yo vamos a vivir nunca, y no hacemos nada. Gritamos un poco, pero no hacemos nada que quede marcado en los libros.
—¿Qué harías tú, Jacinto?
—¿Yo? Bueno, yo soy quien más puede hacer.

Juan no dice nada, se calla, intentando entender qué ha querido decir. 

—Me refiero, sabes que una de mis rutas es transportar agua y que un cargamento específico son las botellas que van a parar al Congreso de los Diputados. Si quisiera, y conozco a gente que me ayudaría, podría… bueno, envenenar esas botellas. De alguna forma. Con algo que no se notase. Imagínate a todos los peces gordos muertos el mismo día. Eso, supongo, inclinaría un poco la balanza.

Desde arriba se oye el zumbido de la lámpara que les observa. El camarero le mira, primero sonriendo, después extrañado. Recorre a Jacinto, que termina su tostada, con la mirada, intentando otear la mueca que le haga ver que su amigo habla en broma. Y la encuentra. Jacinto le mira y sonríe.

—Pero eso sería mancharse mucho las manos, ¿no? 
—Tú también eres un hijo de puta, Jacinto —ríe Juan.
—Apúntamelo.

Jacinto se levanta, se despide de su amigo y sale. Afuera hace frío y el cielo está oscuro. Está empezando a amanecer pero el día amenaza lluvia. Se acerca a su camión y abre la puerta trasera. Observa la mercancía. Centenas y centenas de botellas pequeñas de agua mineral le reciben. Jacinto se queda mirándolas y centra su atención en un cuadrado específico de cajas de cartón, agarrado con cinta de plástico para mejorar el transporte. En su cabeza recuerda sus propias palabras: [i]todos los peces gordos muertos el mismo día.[/i]

Mientras, a lo lejos, el sol despierta detrás de una nube gris.

2 1 respuesta
Atena

Mi aportación es algo que escribí ayer. Después de un año he vuelto a encontrar las ganas de escribir.

Somos la perfecta parábola del tren: Tú bajas buscando mis pupilas y yo perdida en la subida no te encuentro.
Desazón en el corazón, latidos a destiempo y un encuentro que nunca se produce.
Lo fuerzo, mi pecho contra tu pecho y tu espalda contra la pared. ¿Crees que te escaparas?
Somos el perro y el gato en su batalla milenaria: soy el gato que se quiere dejar morder…en el cuello, por favor, y ve bajando por mi pecho que me siento arder…mientras, tú disfrutas del placer sádico de mis uñas en tu espalda.
Cada tarde, cada noche, cada mañana en tu cama, entre tus sabanas. No me puedes saciar.
Recorriendo con la punta de la nariz el olor de cada centímetro de tu piel. Te voy a hacer vibrar hasta doler. Te voy a lamer hasta que el recuerdo de mi lengua se te haga insoportable. Te voy a hacer eyacular dentro de mi ser hasta que tengas que apretar la vida entre tus manos porque te sientas morir.
Y a la mañana siguiente, cuando te despiertes y no sepas que clase de demonio ha pasado por tu vida, volverás a mi sonrisa angelical, a negarte que soy yo la fiera negra de la noche anterior, a buscar otras en las que saciar tu falta de amor o tu sobra de ego. Pero no, no me vas a amar y yo no me voy a dejar enamorar. No tienes un motivo y yo no tengo tiempo para esperar.
Vete a cazar sirenas, esta noche no te susurrare al oído que son seres mitológicos.
Tú y yo seremos como la fogata más fantástica, nos consumiremos rápido, ávidos por el final. Como la batalla mas esperada, salir a la arena sin nada que ganar porque ya estamos perdidos. Suspendidos en el tiempo de lanzar una moneda: gira y gira y gira, sin una decisión, cara o cruz. Da igual, la moneda esta vendida.
Y la esperanza en una esquina de la cama, derrotada y agónica, dejándose matar por el vampiro del deseo. Y así es como te deseo…

GreyShock

#57 Ouh yeah, me molan estos relatos terroristas xD Aunque como pega, diría que me ha faltado algo de realismo en la forma de expresarse de los personajes que has creado.. parecían tan cultos como tú :P Pero eso pasa en muchos relatos/novelas, el buen hacer del escritor le resta naturalidad a las conversaciones. Al menos, desde mi humilde punto de vista :3

Para continuar con la sinergía antisistema cuelgo un relato mío en esa tónica :D

Los herederos del Club de la Lucha

Cada mañana antes de ir a la oficina me mojo la cara con agua helada y me miro al espejo. El rostro de Edward Norton me mira fijamente y me dice: «No sois vuestro trabajo, no sois vuestra cuenta corriente, no sois el coche que tenéis, no sois el contenido de vuestra cartera, no sois vuestros pantalones. Sois la mierda cantante y danzante del mundo».

Y así llevo cuatro años. Soy redactor en una empresa de publicidad, soy creativo, soy inteligente, tengo todos los ingredientes para triunfar, y aún así cada mañana me tengo que decir eso mirándome al espejo. La monotonía de la subsistencia me encadena cada vez más, y lo único que hago por cambiar este mundo de mierda es quejarme sobre la política a la hora del desayuno y publicar gilipolleces sin sustancia en Facebook para alarmar a la comunidad desde la comodidad de sus hogares.

Pero esta mañana algo ha cambiado. No me he mojado la cara. He llamado al trabajo y he dicho que estaba enfermo. He abierto una cerveza y he salido en calzoncillos al balcón para contemplar la avenida con las docenas de coches arriba y abajo en busca de su trocito de pan. Tenía que hacer algo. ¿Es que nadie lo ha intentado? ¿Nadie ha montado un Club de la Lucha y ha organizado un pequeño ejército para destruir los puntos neurálgicos de la economía de su país y reiniciarlo todo? Quizá todos se habían quedado en el mero pensamiento, y siguen viendo a Edward Norton cada mañana. Yo tenía que ser el primero en joderlo todo. Bañado en la sabiduría de Tyler Durden seguí el primer paso: tocar fondo.

Tras meditar durante unas horas sobre cómo volar por los aires mi apartamento me di cuenta de que yo no contaba con un carismático y macabro alter ego que me infundiera tales cojones, así que opté por algo más sencillo y rectificable como cerrar la puerta por fuera y tirar las llaves al alcantarillado. Ahora no tenía hogar, estupendo, ¿Cuál es el siguiente paso para salvar el mundo?

Amargamente me di cuenta de que yo no tenía a ningún Chuck Palahniuk o David Fincher para darle buen ritmo a mi historia, y las horas pasaban lentísimas. Esperé hasta la noche paseando por la ciudad y bebiendo cerveza de un bar a otro, para matar el rato y buscar algo de coraje en los cinco grados de mis birras. Finalmente llegó la noche y busqué algún callejón oscuro dónde hablar con algún desconocido y partirme la cara. Pero los martes por la noche en Valencia no hay mucho ambiente, como mucho llegué a seguir a un par de negros con malas pintas y en cuanto se giraron eché a correr. Quise dormir en la calle, pero pasé toda la noche buscando un lugar que me agradara y cuando se hizo de día fui a trabajar.

Me notaba diferente por dentro, pero nadie más pareció darse cuenta. Ni si quiera me preguntaron por qué no llevaba traje. Decidí darle otro enfoque a mi estrategia así que me puse a buscar por internet clubs de la lucha, a ver si a alguien más se le había ocurrido. Nada. Decidí tomar la iniciativa y empecé a moverme por foros exponiendo mi idea de quedar para darnos de hostias sin camiseta y todo ese rollo. Por la noche fui a casa de mis padres y les pedí la copia que tenían de mis llaves. Tampoco hacía falta dormir en la calle, creo yo, en la peli tenían una mansión para ellos solos, así cualquiera.

Al cabo de una semana me expulsaron de once foros. Pero al octavo día me llegó un mail diciéndome que habían oído hablar de lo que intentaba montar y que él y un par de chavales más estaban interesados. Esa noche quedamos en un descampado para partirnos la cara.

Llegué con una hora de antelación para mentalizarme y preparar mi discurso. Llevé también un pack de seis cervezas para confraternizar con los primeros miembros. Me bebí dos mientras esperaba. A la hora exacta acordada llegaron tres jóvenes fornidos en chándal. Reprimí mis ganas de salir corriendo. Nos saludamos con un apretón de manos y empecé mi discurso.

  • Bienvenidos al Club de la Lucha. Estamos aquí para cambiar el mundo a puñetazos. Hemos vivido mimados bajo el amparo de la rutina y las reglas toda nuestra vida. Ahora tenemos la oportunidad de curtirnos como hombres experimentando el fervor de la batalla.

Mientras hablaba uno de los chicos se encendía un cigarro.

  • Las reglas son sencillas: Sin camisa, sin armas, sólo hombre contra hombre, una lucha por vez, hasta que uno diga basta o quede inconsciente. Y por favor, haced correr la voz.

  • ¿No sé supone que la primera regla del Club de la Lucha es que no se habla del Club de la Lucha?

  • Puede ser, pero esto no es una peli, y si queremos hacer algo hay que promocionarlo, aunque no se lo digáis a la policía claro…

Todos parecieron conformes, según me dijeron estaban aquí porque estaban en un gimnasio de Krav Magá, que resulta ser el sistema oficial de lucha y defensa personal del ejército israelí, y querían darle aplicaciones reales, sin protectores y todo ese rollo. Por lo visto en ese arte marcial están incluidos puños, codos, patadas, mordiscos, cabezazos, llaves, barridos… así que me dieron una paliza terrible. Me rendí a la segunda patada en la cabeza.

El combate entre los otros dos chicos fue más emocionante, y acabaron con la cara chorreando sangre, pero la mar de felices. Nos bebimos una cerveza cada uno y regresamos a nuestras casas.

Al día siguiente el trabajo era más distante, la monotonía no era tan violenta, y sólo podía pensar en volver a pegarme. La semana siguiente éramos cinco. Me partieron un brazo. No volví a pelear, pero en dos meses juntamos a más de veinte.

Los convencí para entre todos poner veinte euros al mes y alquilar un local en un polígono a las afueras y así pegarnos a gusto sin llamar mucho la atención. Cuatro meses más y éramos cincuenta, con los beneficios de las tasas compraba bebidas, con el tiempo una nevera, sofás, hasta un jodido ordenador. Pasó un año y me mudé al almacén. La gente me llamaba Tyler como apodo divertido, empecé a vestir gafas tintadas y chaquetas de colores llamativos. Hacía ejercicio y me musculaba, hasta incluso ganaba algunos combates, ya no eran simplemente chicos de gimnasio, sin darme cuenta, habíamos gente de todo tipo, hartos de nuestras vidas: panaderos, electricistas, mecánicos… hasta un puto guardia civil. Veíamos a esos tontos del 15M y su movimiento indignado, ignorantes de que el auténtico cambio tiene que hacerse dentro de nosotros, esa es nuestra revolución. Noté que era el momento, así que decidí mandar deberes a los chicos.

Al principio cosas sencillas: Elegir a un desconocido, provocar una pelea y perderla; al más puro estilo Durden. La gente aceptó los deberes con simpatía, habíamos creado una pequeña comunidad donde compartíamos nuestro lado oscuro y qué coño, forjábamos grandes amistades. A todos nos habían dado por culo, y todos queríamos vengarnos.

El local empezó a quedarse pequeño, así que turnamos los días en los que había club de la lucha, casi tenía que dedicarme a jornada completa a este proyecto loco que crecía como la rabia. Conseguí dejar el trabajo y el piso, ya no era un publicista, ahora era un jodido gurú, venerado en mi propia sociedad secreta.

Cuando superamos los cien miembros, y la implicación de los integrantes casi se podía saborear, empecé a diseñar un plan para devolvérsela a los políticos que nos oprimían de forma descarada y disfrutaban de su corrupción a sus anchas sabiendo que lo único que iba a hacer la gente era quejarse. No sé si estaba borracho de poder o qué, pero mirado bajo la perspectiva del hombre que era hacía un año el plan era una completa locura. Ahora era una genialidad.

Con todos los que habíamos, no era difícil enterarse de quién hacía qué chanchullo, y como todos los supervillanos, decidí actuar primero a nivel local. Supimos de un concejal con nueve cargos y sueldos diferentes, que lo pregonaba alegremente, y a lo que se supone que nosotros no teníamos más que callar y tragar, cómo mucho quejarnos en el bar. Esta vez sí que me atreví a hacer volar el apartamento por los aires. En las noticias no tardaron en hablar de un posible nuevo movimiento terrorista. Yo lo llamo reacción natural a la opresión. Lo que no sé es cómo no estamos cada uno con una puta metralleta en la calle ya.

Esa noche el club de la lucha fue especialmente jovial e intenso, nos pegábamos sabiendo que estábamos cambiando el mundo, y lo íbamos a hacer cabeza por cabeza. Di un discurso glorioso y mis chicos no escatimaron en vítores. A la salida me esperaba Javier, el guardia civil, para invitarme a tomar una cerveza en honor al nuevo mundo. Rodeé su hombro con el brazo y acepté gustoso, notando en mis entrañas como por fin lo había logrado, Edward Norton me había convencido y yo lo había conseguido, joder. Cuando pasamos al lado de una furgoneta, Javier me puso una capucha en la cabeza, me dio un golpe en la nuca y me cargaron al interior.

Desperté en un descampado en medio de vete tú a saber qué desierto del interior de España.

  • Si es que hay que ser gilipollas. – Escuché a través de la tela de mi capucha.

Me pegaron un tiro en la cabeza y se acabó.

Atena

Otro más:

"Ojos de Gato"

Ojos de gato que observan la sangre resbalar por el filo de esta cuchilla. Una rendija de luna apenas alumbra este cielo y esta noche oscura. Y estos ojos de gato le dan un color hiperrealista a las cosas.
Sangre viscosa, sangre que se coagula bajo los pies del asesino, roja, brillante, viva…
Y la hoja entrando una y otra vez en la carne de este cuerpo que se apaga a borbotones. Ni un grito, ni un suspiro, todo esta hecho.
Un hacha, ¿Dónde esta el hacha? Hay que descuartizar, guardar todo en trocitos, desperdigarlos, dárselos a comer a los perros callejeros que no queden restos.
La sierra clama en silencio contra músculos y tendones, hasta llegar al hueso, donde roza sordo y estruendoso. Y este carnicero experto los quiebra con precisión, sintiéndose un artista en su demencia. Relamiéndose en su delirio, en su orgia de entrañas. Esta noche dormirá bien, no le gritaran esas voces: mata, mata, que la noche es fría y necesito el calor de la sangre. Esta noche solo el silencio le acompañará.
Y de repente los ve, esos ojos de gato que lo miran, ese gato que ha perdido hasta las rallas de tanto contener el aliento. Blanco, inmóvil, congelado y petrificado ante la visión de tal matanza. El asesino aprovecha y lo coge del rabo, lo eleva sobre su cabeza y en un acto reflejo este se convierte en un saco de uñas. Pero no puede ser, ya es tarde, lo golpea contra el suelo destrozando el pequeño cráneo, y en la lujuria lo abre en canal por el puro placer de sentirse dios, ser dueño de la muerte, su dispensador.
El juez se despierta sobresaltado en su cama, bañado en sudor con tacto de sangre, y poco a poco recupera el ritmo suave de su corazón, ¿Qué fue? Una pesadilla, un mal sueño. El despertador suena un minuto después de que se haya despertado, todo es normal, todo esta bien. Sus pensamientos en orden y un día más en el calendario.
Primer caso. Homicidio. Un perro encuentra parte de una tibia humana a medio comer y el cuerpo de un gato destrozado. Aquí el presunto autor.
El juez levanta la vista,- ¡La mataste!- Grita, dejando atónita a la sala. El asesino lo mira, enfocando a las pupilas, reconociendo esa mirada,- y al gato también.