#8010 Yo te creía en la élite 
#8013 ¿para qué sirve esa página? No consigo llegar a ningún sitio hablando con eso.
¡Encima se pone borde la cosa esta!
Estoy desperdiciando mi vida en internet.
Deja de citar autores raros en tus postales
ya no sé ni lo que quieres decir
Y como vayas a leerme tus poemas en alto
te puedes ir a tomar por el culo.
La semana que viene todos a darme besos al Expocomic, ¿eh?
P.D: M0e, acabo de caer en que tu visita a Madrid coincide con el Primavera Club, viene Blast y tocan Los Punsetes. Te presentaré a mis amigos y será todo muy bonito.
#8016 ¿Con eso me quieres decir que nos vemos o te doy un thanx for the info? ¿Qué venden, btw, libros escritos por anarquistas, libros sobre anarquismo, o ambos?
#8015 Estoy intentando juntar una banda de perroflautas para poder pagar el viaje. Si voy aviso.
Esta es la página http://www.encuentrodellibroanarquista.org/ Básiamente es un encuentro con los libros como medio.
Había leído Feria Anarquista del Libro. Y me había imaginado muchas cosas. Lo que hace cambiar una palabra de lado.
Si lo piensas bien, yo nunca había imaginado que un libro tuviera entidad suficiente para declararse simpatizante de una corriente política. Aunque si lo piensas mejor aún, los libros no se encuentran entre sí, salvo que por las noches en las bibliotecas de nuestras casas representen una pantomima tipo Toy Story. Lo cual sería bonito. ¿Qué podría decirle Guerra y Paz a La Isla del Tesoro? ¿Se llevarían bien?
Las editoriales anarquistas y tal están bien hasta cierto punto. Hay algunas que son legales y su material, de mayor o menos calidad, se crea y distribuye de forma coherente con La Idea. Mientras, otras son meras empresas burguesas que aprovechan un nicho de mercado concreto para medrar mientras se dan palmadas en la espalda del bien que hacen. A estas últimas había que quemarlas, literalmente ("quemar libros, literalmente", ¿alguien más ve la gracia en la expresión? xD).
Por eso hay libros que sí son anarquistas; porque su motor, su esencia, lo es. Otros son fraudes.
¿Por qué no creas más hilos sobre filosofía y corrientes políticas? Te lo digo en serio, sin coñas ni nada. Creo que eres una persona de la que en estos temas se podría aprender mucho.
El hilo de filosofía me pareció bastante interesante, por ejemplo.
#7957 Lo ue ocmentas lo he vivido en León y en Oviedo. Y he vivido las épocas de amiguismo e intentar crear entre los quen os conocíamos plataformas conjuntas y las épocas de mandarlo todo a la mierda. Lo que dices sobre que nos conocemos todos es cierto, para lo bueno y para lo malo. Hay gente con la que llevas coincidiendo años en asambleas y vas viendo año tras año los intentos por copar, satelizar y eliminar la disidencia.
Tomarse una cerveza o saludarse en la universidad no es lo mismo que compartir una lucha política. Total, no vamos a conseguir una mierda y 15 da lo mismo que 50, así que prefiero juntarme con quien tenga afinidad que caer en el frentepopulismo y renunciar ya no a ideas, sino a prácticas vitales según mis ideas.
El enemigo de mi enemigo no siempre es mi amigo.
Si eres autoritario nunca cabalgaré contigo.
http://www.youtube.com/watch?v=WkcizFhWcTk
A este le quisieron pegar en Asturias por esta canción. Las verdades deben doler.
Ya se que aquí el flamenco y esas cosas no llaman mucho la atención, pero acabo de terminar esto y me apetecía compartirlo. Sé que es MUY mejorable, tanto la edición, como la producción, como la grabación. Aún así, es sonido garrapatero puro y duro.
De los onfalófilos a los onfalofóbicos hay sólo una delgada línea: la del pudor que deriva en censura, y ya tenemos hecho el lío.
www.jotdown.es/2011/10/vicente-munoz-puelles-adoradores-de-ombligos/
No salir.
Dormir nueve horas.
Empezar a realizar prácticas.
Leer un par de mierdas de documentación.
Comer.
Tomar café.
Tomar más café.
Y aquí sigo.
¿Otro café?
Hagamos como que somos algo mejor (de lo que somos).
En su monumental ensayo Suspensions of Perception: Attention, Spectacle, and Modern Culture, Jonathan Crary estudia la evolución de la atención humana durante la eclosión de la cultura moderna, ese periodo entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX en el que los primeros compases de la industrialización se unían a vanguardias artísticas y a la configuración de la sociedad del espectáculo para forjar una nueva noción de percepción, a la que el autor se refiere como una subjetividad modernizada (es decir, adaptada a la multiplicación de estímulos y a la cultura de masas inherente al capitalismo). Quizá el mayor acierto del libro sea considerar los avances en varios campos (óptica, pintura, fotografía, cinematógrafo, filosofía, medicina) como un flujo continuo e interrelacionado, postulando que un movimiento como el puntillismo no pudo haber existido sin un aparato teórico detrás. En otras palabras, un observador de principios del siglo XIX no podría haber decodificado La parade de cirque (1889) de Seurat: hijo de su tiempo, el cuadro recoge reverberaciones de los teóricos del color, de la aplicación del método científico a la pintura, incluso de la construcción de la subjetividad en filosofía. Del mismo modo, uno de esos proto-espectadores que asistían maravillados al quinetoscopio de Edison no podrían percibir (en el sentido más amplio del término) una entrega de la saga Transformers, quizá el mejor ejemplo de una forma absolutamente contemporánea de espectáculo, nacida al calor del síndrome de déficit de atención y la aceleración cognitiva a la que nos lleva nuestra cultura tecnológica contemporánea.
Crary escribió Suspensions of Perception en 1999, cuando la multiplicación de marcos sensoriales y la fragmentación de nuestra capacidad de atención aún estaba empezando a entrar en el hiperespacio. Es decir, antes de la Era Twitter, cuando aún mirábamos la televisión (en lugar de compartimentar nuestro cerebro en pantallas, feeds, hashtags y flujos de conciencia). El estado de la atención en nuestros días es ciertamente delicado: la sobreabundancia de estímulos y datos de la WWW hace que nuestra manera de pensar se parezca cada vez más al staccato. Sumemos a eso un incremento de las horas de trabajo, una modulación de nuestra percepción subjetiva del tiempo (¿a que parece que fue ayer cuando empezó este año 2012?) y un abuso de los estimulantes artificiales. El resultado no sólo es una merma en nuestra capacidad de concentración, sino una forma rabiosamente contemporánea de ansiedad: la que sientes cuando te encuentras a ti mismo, a altas horas de la madrugada, ante una pantalla con demasiadas pestañas abiertas, con demasiados artículos a medio leer, con tu contador de notificaciones en Twitter subiendo sin parar. La única sensación posible en nuestro post-capitalismo de cada día parece ser el jet lag social.
Ante esta realidad se abren dos posibles vías: a) aprovechar al máximo las posibilidades de la cultura como inmerso hipertexto; y b) darse por vencido y tender a pensar, como el neoludita Nicholas Carr, que la capacidad concentración es una de esas cosas que perdimos irremediablemente con el cambio de milenio. Sin duda, no hay nada más estimulante para el intelecto que la primera opción, vertebradora de novelas como Contraluz (Thomas Pynchon, 2006) o películas como Holy Motors (Leos Carax, 2012), laberintos intertextuales que conciben sus referentes y referencias como una serie interconectada de pasillos, trampillas y hasta callejones de sentido. Tiendo a pensar que los lectores de este blog pertenecen a la primera categoría, así que muchas veces incluyo en el texto alusiones a símbolos culturales sin citarlos o subrayarlos con un enlace: en los días de la Wikipedia, la labor de cualquier persona que pretenda vivir la cultura de su tiempo es aceptar el desafío y buscar, ampliar, perderse. Por desgracia, la segunda opción parece estar comiéndole cada vez más el terreno a la primera, en un fenómeno que ya podríamos considerar como mesurable.
Trolls internáuticos con unas obras completas consagradas a la glosa insultante, comentarios agresivos a artículos en periódicos digitales, tuits que exigen al escritor que sea menos críptico y más accesible. Precisamente en un presente donde ser críptico debería ser mejor recibido que nunca (todo conocimiento esotérico moderno está, literalmente, a un click). Quizá sea la mayor paradoja de nuestro tiempo: tenemos la Biblioteca de Alejandría a nuestra disposición, pero precisamente eso nos crea una ansiedad que nos aleja cada vez más del conocimiento. La verborrea de los blogs dio paso al sincretismo de las redes sociales, e incluso esos 145 caracteres como vehículo del pensamiento están cediendo ahora mismo ante la presión de apps como Instagram. Si antes nos expresábamos en tuits, ahora incluso eso nos parece un exceso de pedantería y nos expresamos en imágenes. El lenguaje sms ya es una floritura innecesaria: escribamos con iconos emoji. Volvamos a los pictogramas y a los signos ahora que podríamos aspirar a una nueva intelectualidad, global y accesible, al diálogo con nuestro tiempo.
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Esta barbaridad la firma Noel Ceballos en su blog de Fotogramas.
#8031 No sé si hundirme en la : ( o intentar nadar en busca de la salvación. ¿Dónde está, por cierto? Me lo han dicho hace 5 minutos pero ya se me ha olvidado.
Al menos cuando no entiendo algo lo busco en google, eso es que hay esperanza para mi cerebrito :__ (Oh, tengo un tweet, voy a leerlo y después googleo cómo vivir en condiciones).
Dejaos de metafísicas raras y pedídsela a los Reyes, ya salís de dudas en enero.
Yo se la pido a Papá Noel mientras tanto.
