El Citroën ZX y la fiabilidad a prueba de bombas
Ha llegado a mis manos, navegando al azar, una vieja prueba de Quattroroute que reprodujo la revista Autopista hace años. Se trata de una bestial prueba de fiabilidad del Citroën ZX, en la que se castigó al coche durante 120.000 km de conducción salvaje con el mantenimiento mínimo o menos.
Se selló ante notario el motor y la caja de cambios. Se podía rellenar aceite (no cambiarlo), filtros, frenos y neumáticos, fusibles y líquido del lavaparabrisas. No se le hizo ninguna otra operación de mantenimiento y el coche se condujo “a fuego” con 200 kg de lastre y conductor. Gastaron 66 neumáticos, echad cálculos de cómo lo llevaron.
En total fueron (redondeando) 34.000 km en carretera, 32.000 km en carreteras de montaña y 54.500 de autopistas. El motor elegido para tal tortura fue el 1.4 16v 8v con catalizador, 75 caballitos con inyección de gasolina. ¿En qué estado quedó el coche? Mejor de lo que pensáis.
Tras la rotura de los sellos ante notario, se desmontó el coche para analizar las piezas una a una. No tenía ninguna avería, el aceite estaba para tirarlo y algunas piezas tenían un desgaste excesivo, pero por ejemplo las bujías multiplicaron por seis su vida según los intervalos de mantenimiento.
Por otra parte, las prestaciones del coche estaban sin prácticamente ninguna merma, así como los valores de emisiones contaminantes o el consumo de gasolina. Tras hacerle una merecida puesta a punto, el coche mejoró levemente esos resultados, superando lo que hacía cuando estaba nuevo.
De este coche es fácil encontrar muchos testimonios que atestiguan su fiabilidad, ya sea de versiones gasolina o diesel, especialmente estos últimos, que se consideran prácticamente indestructibles. Una vez nos hemos puesto en antecedentes, os planteo una reflexión a continuación.
Tras la rotura de los sellos ante notario, se desmontó el coche para analizar las piezas una a una. No tenía ninguna avería, el aceite estaba para tirarlo y algunas piezas tenían un desgaste excesivo, pero por ejemplo las bujías multiplicaron por seis su vida según los intervalos de mantenimiento.
Por otra parte, las prestaciones del coche estaban sin prácticamente ninguna merma, así como los valores de emisiones contaminantes o el consumo de gasolina. Tras hacerle una merecida puesta a punto, el coche mejoró levemente esos resultados, superando lo que hacía cuando estaba nuevo.
De este coche es fácil encontrar muchos testimonios que atestiguan su fiabilidad, ya sea de versiones gasolina o diesel, especialmente estos últimos, que se consideran prácticamente indestructibles. Una vez nos hemos puesto en antecedentes, os planteo una reflexión a continuación.
Sería muy curioso el resultado de someter un C4 actual a semejante trato, a ver cuánto tiempo dura y si es capaz de lograr la misma fiabilidad legendaria que su antepasado. Si la marca se arriesga a algo así, le puede salir bien (una publicidad impagable) o le puede salir el tiro por la culata.
No es fácil encontrar coches que recibiendo un trato tan malo aguanten tanto, de hecho, ya tenemos asumido que incluso realizando el mantenimiento programado, nadie nos libra de cualquier avería, y ya da igual la marca, le puede pasar tanto a un Dacia como al más moderno de los Audi de última hornada.
Dentro de unos años tendremos que responder a estas preguntas. A ver si para 2030 acaban en los desguaces los C4 actuales en las mismas condiciones: porque se han hartado de ellos. No tengo muchísima fe en ello (la marca y el modelo me son indiferentes), pero igual me equivoco. Puede ser. ¿Apostamos?