Vic Chesnutt
Muchos seguro ya lo habéis escuchado alguna vez, pero para los que no, Chesnutt es uno de esos músicos que han hecho del folk un género mejor.
Nació, creció, y a los 18 años tuvo un accidente de coche que lo dejó parcialmente paralizado y en silla de ruedas y con un uso muy limitado de las manos, aunque con una técnica y una habilidad infinitamente superiores que cualquier britpop band de los 90. Es broma. Aunque es cierto.
Sacó su primer disco en 1990, pero se da a conocer en 1996, cuando estrena Sweet Relief II: Gravity of the Situation, un álbum tributo en el que varios artistas cantan canciones compuestas por él. Ahí podemos encontrar a bandas como Garbage, Smashing, Soul Asylum o REM, grandes amigos suyos después de haber producido Michael Stipe dos de los álbumes de Chesnutt.
A partir de ahí comienza una prolífica carrera que abarca géneros que van desde el folk más oscuro hasta el blues y el country más ligero, aunque todo teñido de letras oscuras y a la vez plagadas de humor negro y la amargura que caracteriza a Vic hasta su suicidio en la navidad de 2009.
Era un músico brillante, divertido; en alguna entrevista comentaba que le gustaba hacer reír al público, y que le gustaba cabrearlos, ofenderlos con alguna de sus letras y satisfacerlos musicalmente. Para muestra, un botón:
El primer tema que pude escuchar suyo fue Everything I say del North Star Deserter y bueno...me dejó muda, al igual que al público.
Lo último que pudo publicar fue el álbum At the cut, donde ya podemos adivinar un poco las intenciones que tendría de acabar con su vida, (se dice que debido a la deuda que contrajo con el sistema sanitario norteamericano de más de 50.000 dólares).
Su discografía es infinita, con 17 discos, canciones inéditas y demás; y representa esa rama del folk cruda y simple que empezó Cash y continuó Van Zant, pero incidiendo un poquito más en la técnica musical.
Vic Chesnutt escribió su propia tragedia canción a canción, disco a disco, desventura a desventura. En Sweet Relief II, subtitulado La gravedad de la situación, sólo apareció una imagen entre los créditos: Vic Chesnutt y Victoria Williams, primeros amparados de la Fundación, captados en blanco y negro por Henry Diltz, el fotógrafo más ilustre e importante del rock americano desde finales de los sesenta, el hombre-cámara de Woodstock que retrató a Pete Seeger, The Byrds o The Kingston Trio, a Jim Morrison para el disco Morrison Hotel, a Crosby, Stills, Nash & Young y casi toda la pléyade hippie, Joni Mitchell, Jackson Browne, Eagles, James Taylor, Dan Fogelberg, etc, etc. Pues bien, Vic y Victoria salen sonrientes, sentados en algún momento tranquilo de la grabación. Sus ojos brillan como dos niños felices. Vic sujeta una gorra americana con sus dos dedos hábiles de la mano derecha. Confiado, convencido en ese instante, de la frase que reza junto a la foto:
Nil desperandum.
Nunca desesperes, no es el fin del mundo.
Es cursi que te cagas, pero a mi me gusta.