Acabo de terminar de ver el documental, y no encuentro lógica al sistema en el que vivimos.
Con todas las pruebas a favor de los acusados, con las mismas en contra de la versión policial; con los casos escandalosos de abusos y falta de entereza profesional; con la flagrante forma de esconder y manipular, desde los policías hasta el Tribunal Supremo... Con todo, no pasa nada.
Independientemente de los hechos, no hay consecuencias. Le dan la vida resuelta a dos policías que han agredido a una persona, estando fuera de servicio, y le han propinado tal paliza que ni quiere volver a Barcelona (eso descontando los policías no identificados). Los poderes "judiciales" siguen en su mismo sitio, cuando se demuestra (no en el documental, sino en la vida real) que han errado en sus funciones, con el agravante de que se les recompensa. Le hacen el favor desde las cadenas públicas y privadas (hasta hace poco) de tapar un documental, y aún así, lo censuran para favorecer a las altas esferas. ¿Pero qué mundo es este?
Ya el suicidio debería haber hecho recapacitar no a una, sino a todas las mentes pensantes de este caso. Una persona se suicida porque no soporta más su situación, porque no puede más. Y nada ocurre. No vale una mierda su muerte para nadie que tenga poder.
Un policía queda en estado vegetativo, y más nunca se levantará. Merece justicia. Pero la justicia no se paga con injusticia y mentiras. Una chica muere consecuencia de todo esto, y cuatro personas más, con sendas agresiones, vejaciones y eliminaciones sistemáticas de los derechos humanos, sufren la injusticia de la justicia. ¿Cómo pueden detener a tres personas cuando hay cientos que podían haber tirado lo que fuera? ¿Cómo hablan de piedras cuando profesionales hablan de objetos contundentes? Los okupas no bailan con piedras de varios kilos.
No salgo de mi asombro. Este mundo está podrido. Ya no solo por los presuntos "guardianes" de la justicia y la libertad, sino por las personas que han hecho y harán oídos sordos al asunto. Hablamos de muerte, de degradación, de sangre y heridas que no cicatrizarán de por vida. Y de nada sirve, porque nadie quiere mojarse por un tema que no les afecta. Y llegarán a Estrasburgo, y les darán la razón, y ninguna cabeza rodará, porque ya habrán tenido tiempo suficiente para hacer de hierro sus cuellos.