Mucha gente posiblemente hubiera hecho lo mismo, más que nada porque no creo que se pudiera vivir con ello sabiendo que ese tipo está riéndose en tu cara tras pasar solo unos añitos en la cárcel.
Tomarse la justicia por tu mano está mal, pero es que el estado debería garantizar que no hiciese falta tomársela. Creo que todo el mundo puede entender que la situación que le tocó vivir a esa mujer antes de que agarrase una lata de gasolina es una situación que no debió darse jamás. Y eso es lo que de verdad debería estar debatiéndose, y no si a la mujer esta hay que darle una medalla o condenarla por matar al infraser ese.
Yo creo que el código penal en este país es victima de un acomplejado sistema post-dictadura que no ha sabido entender lo que supone la democracia y un sistema liberal (liberal en el sentido más etimológico del termino) y adaptarlo no solo a los tiempos, sino también a las características propias de la fauna del país. Es como si se tuviera en ocasiones miedo de ser "demasiado duros" con criminales. (Irónico cuando se ven las condenas por faltas menores).
La sensación de impunidad en muchos aspectos jurídicos es una sensación generalizada en la población (no hay nada más que ver a corruptos que no han pisado la cárcel ni la pisarán). Y esto no es solo de ahora, el sentimiento de desamparo de las victimas por los crímenes más escabrosos siempre las ha acompañado desde hace décadas. El mejor ejemplo es la famosa Ley del menor, que ha provocado que una "sociedad moderna y civilizada" haya tenido que aguantar cosas como el caso Sandra Palo o Marta del Castillo.
Lo que quiero decir es que el sistema no tiene herramientas para proporcionar una verdadera sensación de justicia a sus ciudadanos, lo que genera una crispación y una frustración que conducen a casos como este, que a su vez nos debería conducir a preguntarnos extrañados cómo es posible que esto no pase más a menudo.
¿Los motivos de esto? Yo sinceramente lo achaco a tres motivos que son: los jueces y su burocracia, la clase dirigente que vive ajena a casos como este y que por lo tanto son victimas y artífices de la demagogia más mierdosa, propagandística y surrealista posible, y por último y lo más importante, la confusión de términos en la sociedad en la que vivimos, toda una crisis de dislexia de conceptos.