No apto para gente que tema los ascensores:
EDIT: me ha quedado un poco largo, pero creo que es worth
Pues fue hace un año o así, volvía de trabajar super tarde a eso de las 3 de la madrugada y me metí en el ascensor. Yo vivía en un cuarto, pero el ascensor siguió subiendo. Pensé que igual con la caraja había pulsado mal el botón y le había dado al sexto, que estaba justo encima, pero no porque siguió subiendo hasta el 8. Se paró de golpe, de estos que hasta se tambalea verticalmente un poco, y las luces parpadearon antes de que las puertas se medio abriesen al rellano, totalmente oscuro y desconocido.
Yo ya me estaba cagando viva por dentro, pero mi cuerpo reaccionó tranquilamente sacando el móvil y mirando donde estaba el numero de emergencias y el timbre típico del ascensor. Cuando pulsé el timbre, lo poco que se habían abierto las puertas (apenas 5-10 cm) se cerraron de golpe y el ascensor comenzó a descender. Pensé que sería algún tipo de mecanismo que ante la avería el ascensor intentaría bajar solo a la planta baja, pero no: se paró a los segundos, las puertas se volvieron a entreabrir y ahora... las luces se apagaron totalmente.
Al encender la linterna, con aún más horror si cabía, vi que el ascensor no había quedado bien encajado y estaba, literalmente, a media altura de la salida a un rellano que no sé cual era pero que se abría en la mitad inferior de las puertas. Intenté llamar servicio técnico, pero por supuesto la cobertura era la peste dentro de esa sarcófago de metal, así que con más miedo que once viejas me moví ligeramente hacia la ranura que se había abierto para intentar pillar lo posible mientras con la otra mano aporreaba el timbre. El timbre retumbaba en el bajo del piso, como era muy tarde nadie lo oía, por supuesto.
Finalmente a la segunda o tercera llamada, por fin alguien al otro lado del teléfono. Era una centralita y me explicaron que al parecer hacía cosa de media hora había estado en el bloque porque el otro ascensor se había estropeado, así que tenían que contactar con el chaval para que diese media vuelta. Me recomendaron que no tocase nada y que no forzase las puertas ya que no fui capaz de identificar un freno o una palanca que me dijeron de mirar.
Decidí quedarme tal cual estaba, en la misma posición en la oscuridad, con mi única barra de cobertura como linea directa con dios. Esperé y esperé una eternidad y por fin me llaman, me explica un chaval muy apurado diciendo que le había cogido en un puente y que estaba intentando dar media vuelta en la carretera, pero que no era de la zona y que tenía poca batería en el móvil para mirar el gps, que no sabía cuánto iba a tardar pero que estaba de camino. Bueno, algo era algo, pero el tiempo a oscuras os aseguro que pasa muuuuy despaaacio. Por "suerte" alguien vino a hacerme compañía. Al rato, comencé a escuchar un ruido en el techo del ascensor. Pensé joder, cuántas películas habré visto que salen por el techo del ascensor! Cuando apunté con la linterna del móvil al plástico de las luces para ver si podría levantarlo, tuve el placer de conocer a la madre de todas las cucarachas. Por suerte se encontraba al otro lado de las luces y, de momento, no compartíamos espacio.
Como la única solución lógica que me quedaba era el suicidio, comencé a aporrear el timbre del ascensor de nuevo. Por fin desperté a alguien. El muy imbécil solo tuvo la genial idea de decirme que "oye, a ver si dejamos de aporrear el timbre" a lo que yo le sugerí que si quería podía llamar a la policía (a día de hoy sigo sin saber quién fue). El notas se fue, pero apareció otro chaval, que encontró en qué entreplanta me estaba yo encerrada, me encendió las luces del pasillo y estuvo hablándome para hacerme compañía. No, lo siento, no hubo final feliz para él más allá de mi eterna gratitud.
Al tiempo por fin llegó el técnico, pero aquí no acaba mi aventura. Consiguió volver a encender la luz del ascensor, lo que ahuyentó a La Madre de Todas las Cucarachas, pero ahora se dedicó a moverme arriba y abajo dentro de esa lata infernal. El ascensor no terminaba de encajar en ninguna planta y las puertas no terminaron de abrirse. Finalmente consiguió bajarlo, aunque no encajarlo, en la planta baja y forzando un poco la abertura con la ayuda del otro chaval hacer un hueco lo suficientemente ancho como para yo salir a rastras con los pies por delante.
Epílogo: a la semana o así, fui a coger el ascensor con una amiga para bajar. Al abrir las puertas dentro había una catarata de agua brutal y las luces parpadeando. 666 total. Al parecer se había roto un termo en un par de plantas más arriba en el piso que estaba justo enfrente de los ascensores.