Más allá del importante debate sobre cómo debería realizarse ese consentimiento (y las, también, respectivas chorradas vertidas), querer ver el cambio de normativa como un ataque a los hombres me parece una chorrada.
En otros países tienen también el consentimiento como eje central de sus normativas:
El consentimiento es el eje central de las normativas de países como Suecia, Alemania o Reino Unido. Es una figura contemplada en el convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres, el llamado Convenio de Estambul, ratificado por España en 2014.
Y la ley sueca en la que pretenden inspirarse ha entrado en vigor hace poco, el 1 de Julio:
Esta normativa, que entró en vigor en ese país el pasado 1 de julio, se centra en que la falta de consentimiento define el delito sexual —algo en lo que no difiere sustancialmente de la española—, pero deja un margen mayor para interpretar si ese consentimiento ha existido: “A la hora de evaluar la voluntariedad, se tendrá cuenta si esta se expresó con palabras, hechos o de alguna otra manera”, reza la ley sueca. La normativa española no explicita cómo debe ser el consentimiento. La ley sueca establece además que cualquier acto sexual no consentido es violación, aunque no haya habido violencia o amenazas. Tampoco es determinante que la víctima esté en una situación vulnerable —dormida, inconsciente, ebria, drogada, bajo un gran miedo u otras situaciones—.
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