En 1907 el catalán Francisco Jaume escribía que “una de las mentiras más indignas de los catalanistas es la de hacer creer a los catalanes que somos odiados por los castellanos, cuando es perfectamente lo contrario”.
No se equivocaba. Prat de la Riba, uno de los creadores del nacionalismo, formuló este “dogma del odio” nacionalista en su libro La Nacionalitat catalana (1906):
“Calia acabar d’una vegada aquesta monstruosa bifurcació de la nostra ànima, calia saber que érem catalans i que només érem catalans, sentir lo que no érem per a saber clarament, fondament lo que érem, lo que era Catalunya. Aquesta obra, aquesta segona fase del procés de nacionalització catalana, no la va fer l’amor, com la primera, sinó l’odi”.
”Había que acabar de una vez con esa monstruosa bifurcación de nuestra alma, había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes, sentir lo que no éramos para saber claramente, hondamente, lo que éramos, lo que era Cataluña. Esta obra, esta segunda fase del proceso de nacionalización catalana, no la hizo el amor como la primera, sino el odio”.