He leído esto en otro foro y quería compartirlo con vosotros:
«Estaba en galicia, en un pueblito de la provincia de la coruña llamado Ares, donde veraneo desde hace unos años. Ese bello lugar tiene el aliciente de que es donde vive un amigo íntimo al que tristemente no veo todo lo que desearía.
»Decidimos ir al anochecer a unas escaleras que alcanzaban a una belísima playa. Se planteó la idea de descender y tomarlo en la arena pero decidimos que las vistas eran mucho mas hermosas desde la altura.
»El inicio de las sensaciones subjetivas fue algo confuso, ya que la mayoría eran neófitos y la experiencia no está perfectamente sincronizada. Pero parecía aclararse el viaje sentimental que ibamos a vivir, las primeras sensaciones de placer aparecen y las primeras palabras coloquiales de fascinación las acompañan " esto es la hostia". No esperaba ver a uno de ellos algo alejado del centro del grupo con mirada perdida y cara melancólica. Rápidamente nos interesamos por su estado y nos confesó que estaba viviendo un estado emocional tan intenso que hasta le dolía, aunque la melancolía era a ratos dulce.
»Inmediatamente nos acercamos, lo abrazamos y le instamos a entrar en la protección que ofrecía nuestra calidad humana. Este hecho fue un punto de inflexión, inmediatamente comenzamos a entrar en un ambiente bellísimo en donde no dejábamos de redundar sobre lo mucho que nos amábamos, lo mucho que nos queríamos a nosotros mismos, a nuestra gente y a la vida en general.
»El tiempo transcurría entre enumeraciones de gente a la que apreciábamos muchísimo, matizando lo mucho que nos dolía no solo que no compartieran nuestra experiencia sino que incluso la censuraran.
»Acabamos realizando abrazos colectivos al grito " ¡somos una piña!" mientras mirábamos fascinados a los fuegos artificiales que lanzaban desde el pueblo.»