Artículo sobre el episodio final. Yo me quedo con esto:
Y lo cierto es que a mí el final me ha parecido, si no malo, sí ligeramente decepcionante.[...]Y eso que el antepenúltimo capítulo de la serie, titulado Ozymandias (el decimocuarto de la temporada) me hacía anticipar un desenlace épico. La descomposición moral del personaje de Walter White estaba llegando a su culmen.
Desde hacía bastante tiempo, el argumento nos venía conduciendo a los espectadores por un camino bien delimitado: el de comprender que la creciente podredumbre interna de Walter White estaba destruyéndolo todo a su alrededor. Como en un profético Apocalipsis, toda la historia nos arrastraba hacia el cataclismo: tras finalizar el capítulo catorce y a falta únicamente de dos episodios, no cabía preguntarse si llegaría el desastre, sino cómo y bajo qué forma concreta se presentaría ese desastre.
Sin embargo, en los dos últimos capítulos y por motivos que no consigo explicarme más allá de que a última hora hayan decidido descafeinar el tono trágico de la serie, esta tendencia cambia. Todo el entramado dramático que los guionistas habían elaborado para construir esa imagen de un Walter monstruoso es abandonado en pos de una seudoredención cuyo único objeto, creo, ha sido el de satisfacer a los espectadores restaurando parte de su simpatía por Walter White, un personaje que tan solo un par de episodios antes ya no despertaba simpatía ninguna (salvo, claro está, que uno simpatice con los psicópatas). Y esto a costa de la integridad narrativa, de la coherencia con el concepto que se nos había pintado de los personajes en ese punto de la trama.
El propio Gilligan nos habla de un final «más poderoso» (y evidentemente más acorde con el desarrollo de los acontecimientos) y efectivamente no se requiere de mucha perspicacia para imaginar que hubiese resultado más impactante. Pero finalmente se descartó por ser demasiado duro. Ahora bien, ¿duro para quién? Gilligan no desconoce que Walter White ha reunido toda una legión de fans (o en ocasiones habría que decir believers) que querían verlo terminar en una nota medianamente digna, por más que haya asesinado, chantajeado, manipulado, e incluso haya pretendido envenenar a un niño o justificar el asesinato a sangre fría de otro. Mi hipótesis es la de que Gilligan sencillamente no se ha atrevido a darle a Walter White lo que de verdad merece. Bueno, no es una hipótesis, es un hecho. Al final no recibe lo que merecía.
El resto del artículo sigue dando en el clavo en practicamente todo, pero en concreto me quedo con eso. Bajada de pantalones en un final redentor algo descafeinado.