Allá por el inicio de siglo Keiichi Yano cogía una Nintendo DS y tuvo una idea para un juego musical. Realmente no le vino de la nada las inspiración puesto que formaba parte de Inis (una desarrolladora japonesa que se ha dedicado siempre a títulos de índole rítmica) y tras unos esbozos y demos en Nintendo le dieron el visto bueno para su nuevo juego.
Puesto que ese juego mantuvo su lanzamiento en tierras japonesas, en 2005 las dos únicas maneras de jugarlo eran bien importación legal o bien importación ilegal (puesto que las DS se daban mucho a ello) así que un buen día, de camino a la biblioteca de la universidad me encontré a un compañero jugando a algo que no había visto nunca y que, sin embargo, me marcó como pocos juegos han hechos a día de hoy; Osu! Tatakae! Ouendan.
Lo que me encontré era algo bastante sencillo: a modo de niveles se nos presentaban situaciones de personajes necesitando ayuda y a su llamada de socorro acudía el equipo de animación (Ouendan), quienes, con el ritmo de una canción conseguían ayudar a la gente y superar sus problemas. La fuerza con la que conseguían animar dependía del acierto del jugador puesto que tenías que pulsar en el momento justo coincidiendo con la música que sonaba a unos puntos que iban apareciendo en pantalla.
Las historias solían estar bajo un punto de vista cómico tanto el chico frustrado que se prepara para los exámenes de ingreso a la universidad, como el niño que lucha por el amor de una compañera que se tiene que mudar a otra ciudad, un caballo de carreras que persigue a un ladrón durante un torneo, un viaje en el tiempo para animar a los constructores de una pirámide, etc.
El juego presentaba también varios modos de dificultad, fácil, normal, difícil y locura. Los tres primeros usaban el aspecto de las brigadas de animación típicas japonesas con el ropaje negro largo. El último modo usaba animadoras americanas pero el ritmo de las canciones era endiablado, sobretodo las últimas canciones que suelen ser las más difíciles del juego.
Las canciones del juego eran completamente desconocidas para mí (y asumo que para todo el mundo) puesto que estaban cogidas de música pop japonesa de entre los 80 y 90 pero eso no impidió que poco a poco las empezara a memorizar y fuera consiguiendo mejores puntuaciones en el juego. Mi droga en aquel momento era este juego, necesitaba sacar todas las canciones con la mejor puntuación posible, en el nivel más difícil y sin fallar una sola nota... y lo hice.
Fue la primera y única vez que al buscar vídeos de gente completando canciones en el nivel más difícil tenían menos puntos que yo.
El juego se convirtió en un título de cierto culto (*) en el mercado occidental y un año después salió una versión acorde bajo el nombre Elite Beat Agents, del que realmente se bastante poco pero era exactamente igual en concepto aunque cambiando la apariencia para que fuese más acorde fuera de japón. Sin embargo el pelotazo llegó en 2007 con la secuela Moero! Nekketsu Rhythm Damashii Osu! Tatakae! Ouendan 2.
¿¡Una secuela!? Es como si sale Cocaina 2 para un toxicomano, fue algo fantástico. El juego presentaba un segúndo escuadrón rival que también animaba a otros ciudadanos. Así había una pelea de bandas usando la música para ayudar a la gente en apuros en una ciudad. Las novedades que presentaba mayormente fueron las canciones secretas (consiguiendo mejores rangos de desbloqueaban) y el multijugador en local.
Las historias mantenían su cariz cómico, un hombre lobo que evita convertirse durante una cita con una chica, unas fans algo maduras luchando con el resto de jóvenes por obtener la atención de su cantante favorito, un vendedor de zapatos que va a marte a probar fortuna con los alienígenas... aunque también tenía un tema más triste como el caso de la chica que cumple el sueño de su hermana fallecida de ser campeona de patinaje que se trata con mucho cariño.
Volví a engancharme al juego de una manera casi más enfermiza que al anterior (más canciones, más retos) para conseguirlo todo perfecto. Pero no me arrepiento de nada. Al final el juego se volvió a quedar en Japón pero esta vez no contó con una nueva entrega occidental posterior... ni japonesa. Inis ha seguido haciendo juegos musicales pero nada como los Osu! Tatakae! Ouendan.
En mi interior, al igual que Takuya kun en la última canción del segundo juego (la fantástica Sekai ha sore o ai to yobundaze de Sambo Master) animaba a los Ouendan a pesar de haber desaparecido, yo también lo sigo haciendo, con la esperanza de que, algún día, vuelvan a animar nuestras vidas.
(*) Se llegó a crear un juego para PC llamado Osu! basado en este mismo juego.