He leído una noticia en El País que haría las delicias de nuestro amigo T-1000 y creo que puede ser una buena excusa para plantear una cuestión ¿deberíamos limitar aún más el acceso a antibióticos?
Primero la noticia:
En Reino Unido un paciente ha contraído una gonorrea resistente a todos los antibióticos que tradicionalmente se usan para combatir esta enfermedad. El Servicio Nacional de Salud británico ha alertado de que un hombre que se contagió de esta superbacteria a principios de año no ha respondido a los antibióticos que normalmente se recetan para combatir esta enfermedad de transmisión sexual.
"Esta es la primera vez que un caso muestra una resistencia de tan alto nivel a estos medicamentos y a la mayoría de los otros antibióticos comúnmente usados", ha explicado a la BBC la doctora Gwenda Hughes, del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido. Los análisis realizados al paciente apuntan a que hay un último antibiótico que podría curarle, pero hay que esperar hasta mediados de abril para comprobarlo, según el informe de la agencia de salud británica.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/03/29/ciencia/1522339342_252669.html
En España el acceso a antibióticos para personas está relativamente controlado, digo "relativamente" porque si bien se necesita receta médica para poder adquirirlos, la realidad es que los médicos los recetan como si fueran caramelos. Que enfermedades que tradicionalmente han sido bastante sencillas de combatir veamos como se nos están empezando a volver resistentes a la mayoría de tratamientos creo que es como para que todos nos preocupemos.
Ya hace años que se advierte este hecho y no parece que se estén tomando medidas muy serias al respecto. No es el primer caso, la propia noticia linka otro caso en EEUU para una enfermedad diferente. Yo entiendo la presión que sobre los médicos pueden ejercer los pacientes, pero también es cierto que en muchos países por ejemplo te dan los antibióticos en dosis exactas y aquí te enchufan la caja entera aunque solo necesites 3.
Creo que es un problema que acabaremos sufriendo bastante más que nuestros padres.