Atroces fueron los atentados de Londres -que desde aquí quiero condenar, enviando mi pesame a las victimas y sus familiares- y terrible esta siendo la reacción de los gobiernos. El miedo se ha apoderado de las calles de media Europa, como un humo que nos nubla la vista y se apodera de nuestro corazón.
La forma de vida occidental, que para Blair es nuestro bien más preciado, esta ahora en el punto de mayor riesgo de los últimos tiempos, y lo esta gracias a las ideas de Blair y de sus idénticos de otros países de la unión. Se ha propuesto que, para garantizar nuestra seguridad, se deben recortar las libertades. De momento, esta idea que podría contemplarse en cualquier dictadura, se fragua en cada esquina y levanta su puño de hierro con el apoyo incondicional de miles de personas, y se ha materializado, por lo pronto, en un proyecto respaldado por todos los países miembros consistente en registrar todas las comunicaciones móviles que se efectúen. Se plantea ahora un dilema grave ¿hasta que punto es esto lícito? Para mi, no lo es en absoluto. Si algo es admirable en una democracia, en un país libre, es la libertad, y uno de los derechos básicos en una democracia es el derecho a la intimidad. Atacan a nuestra libertad, no podemos hablar con nadie sin que lo sepan. Atacan a nuestra intimidad, no podemos decir nada sin que lo monitoricen. Y atacan, también, a una de las bases del sistema judicial: La presunción de inocencia. Yo, tu, la sociedad, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Con medidas como estas, todos somos presuntos culpables. ¡No podemos permitir que nos criminalicen!
Ya paso, aquí en España, con una injusta LSSI y con el dichoso proxy cache. ¿Permitiremos que sigan controlándonos? Paso a paso le quitan plumas a nuestras alas de libertad, paso a paso, llegaremos a dejar de volar. No olvidemos que todas las dictaduras han llegado al poder con el pretexto de salvarnos a todos de “noseque”.