http://www.hoy.es/v/20110626/badajoz/cuando-dinero-llega-para-20110626.html
Arroz, tomates, fideos, espaguetis, macarrones, pastillas de caldo, leche, galletas, cacao, café, huevos, salchichas y aceite. Una lista de la compra que salva a más de un millar de familias pacenses cada 15 días. El Banco de Alimentos reparte 411.000 kilos de comida al año en Badajoz que son distribuidos por las parroquias y asociaciones con las que colabora. La Unión Europea va a reducir un 60% los productos que hace llegar a esta cadena de ayuda y las familias beneficiarias temen que se corte un apoyo básico que tienen para comer cada día.
HOY ha pasado un día en el reparto de alimentos que se realiza en la iglesia San Juan de Rivera y los beneficiarios no entienden porqué pueden quedarse sin sus bolsas de comida y además, cuando peor está la situación. «Ha empeorado muchísimo. Antes atendíamos a 25 o 30 familias y ahora el doble, estamos superados», confiesa Eduardo Núñez *******, de Cáritas.
Sin la ayuda del Banco de Alimentos, según Núñez, no podrían asumir el reparto que están realizando en estos momentos. Mientras este voluntario va rellenando bolsas de comida, en la cola las historias demuestran que esos alimentos hacen más falta que nunca. HOY ha recogido cuatro testimonios, pero hay cientos.
Enferma y sin pensión
Rosa no puede contener las lágrimas al describir su situación. Tiene 56 años y lleva casi ocho en paro. Cotizó 30 años, pero no tiene pensión ni subsidio de desempleo. Tampoco puede trabajar porque está pendiente de una operación en el riñón. Vive con su hijo y ambos subsisten con el sueldo de éste, 980 euros, pero deben pagar 500 euros de hipoteca y no les llega.
«Esto no tiene solución, vamos a tener que robar o meternos a la droga o lo que salga», se lamenta. Con el dinero que les queda cada mes pagan sus gastos, pero apenas tiene a la hora de ir a hacer la compra. «La gasolina para ir a trabajar, las facturas y ¿qué queda para comprar carne, pescado? Mira (y señala sus pies) hasta las zapatillas me las tuve que pegar ayer con pegamento. Esto no puede ser».
«Ahora mismo no me da ni para luz. Me la han tenido que pagar aquí (Cáritas) porque me la iban a cortar. Es que no hay ni para comida, no lo hay», añade. Cada 15 días acude a la parroquia San Juan de Rivera, recoge tres bolsas de comida y carga con ellas hasta casa. «Sobre todo me ayuda la leche, el arroz, las lentejas y así le hago la comida a mi hijo. Esas cosas vienen muy bien», relata.
Si se queda sin esa ayuda, simplemente dice que no sabría qué hacer. «Luego dicen que si la gente se mete en la droga, que si roba, que si se meten a prostitutas ¿y qué haces? Otra cosa no te queda ¿de dónde lo sacas?».
Quiere ayudar a sus hijos
Lleva cinco años en Badajoz con su mujer. Trabajaba para mandarle ayuda a sus dos hijos en Bolivia, pero se ha quedado en paro y ahora el que pasa por una situación delicada es él. Orlando Cholima quiere trabajo, el que sea.
«Es una situación crítica, muy mala. Necesitamos este apoyo porque no nos alcanza para comida y aquí me ayudan bastante», explica mientras hace cola para recoger sus bolsas de comida procedentes del Banco de Alimentos.
Dice que se vino a España para ayudar a sus hijos que están estudiando, pero ahora no hay trabajo en ninguna parte. Estuvo en el campo, pero le da igual. «Busco trabajo de lo que haga falta, de lo que aparezca».
Javier Reyes Naranjo
426 euros y seis hijos
Javier Reyes acude a la iglesia San Juan de Rivera acompañado de Marco Antonio, Adrián y Abel. Son tres de sus hijos, pero tiene tres más en casa. Con su mujer son ocho de familia y cada mes solo ingresan 426 euros del subsidio por desempleo, ya que el lleva tres años sin trabajo.
A pesar de todo, su actitud contrasta con la de la mayoría de los que acuden a recoger la ayuda. Javier Reyes es optimista, cree que lo más importante es que a sus hijos no les falta nada y mientras lo consiga tirará para adelante. «Gracias a Dios todo sea por ellos. Se pasa mal porque solo tenemos el paro, la poca ayuda que nos dan y nada más», cuenta este pacense.
«Hasta ahora nos hemos arreglado, no les falta nada. Los niños van al colegio y comen allí en el comedor. Ahora no porque están en vacaciones y así vamos», añade.
Van pagando la casa y las facturas como pueden y les vienen muy bien las bolsas de comida de Cáritas que en su caso están multiplicadas por ocho al ser tantos de familia. «Con la ayuda de Dios siempre se consigue y con los alimentos que nos están dando, pues aguantamos. Vamos poco a poco y si este mes no puedes pagar algo, pues lo haces el siguiente, pero lo que necesito es un trabajo».
Esa es la principal conversación en la cola para recoger los alimentos. Los beneficiarios se preguntan entre ellos cómo va la búsqueda de empleo, aunque pocas veces hay buenas noticias. En el caso de Javier, busca algo relacionado con la floristería o, como dicen mucho en la cola, «de lo que sea».
Sola y sin trabajo
Clara Spataru ha superado un cáncer de útero y se emociona al recordar que no le dijo lo que le pasaba a su padre, en Rumanía, porque está delicado de salud y no quería que se disgustase. Está sola en España, sin familia y eso es lo más duro. «Antes vivía en un piso compartido, pero no eran buena gente y me fui sola. Entonces me llegó la enfermedad y fueron dos años muy duros», recuerda.
Su situación era buena mientras trabajaba. Estuvo en una empresa de limpieza y luego en asistencia domiciliaria, pero ahora no tiene empleo y solo recibe el paro. La enfermedad le ha dejado algunas secuelas, pero ya se encuentra más fuerte y ha repartido muchos currículos. No la llaman. «Me gustaría trabajar en ayuda a domicilio, tengo el título y me gusta cuidar de las personas mayores. Me dedico a esto porque me encanta».
No se plantea volver a su país porque sabe por su familia que allí la situación es aún peor y su esperanza es progresar aquí.
Tiene un subsidio de 315 euros que no le llega para nada. «Estoy otra vez compartiendo piso y he ido al Banco de Alimentos porque dan pasta, leche, zumo... cosas que te ayudan bastante». Si se lo quitasen, dice, no sabría qué hacer. «Es mucho para mí porque no tengo más».
Seguid votando a los mismos politicos que nos han llevado a la miseria, sin pensar, sin reflexionar. Solo han creado miseria y no tienen soluciones para nada. Cada vez que leo estas cosas se me pone una mala leche que no veas.