Los alimentos subieron el pasado mes de julio un 13,5%, lo que supone el mayor incremento desde el comienzo de la serie histórica del INE en 1994, está provocando una contracción del consumo, que afecta ya a toda la cesta la compra.
Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, las ventas han caído en total un 8,6% en volumen en el último año móvil al cierre de junio, respecto al mismo periodo del año anterior.
Así, las de pescado se han desplomado un 13,8%; las de carne, un 12%; las de las hortalizas, un 13,1%; las de aceite, un 11,6%; las de los huevos, un 10,7%; y las de fruta fresca hasta un 10,5%.
Es algo nunca visto en un sector que se caracterizaba en los últimos años por una estabilidad prácticamente total, pero que está sufriendo con fuerza no solo los efectos devastadores de la guerra y el encarecimiento de cereales y otros productos, sino también las consecuencias de la sequía que golpea a toda Europa.
El problema, además, es que la subida de los precios ni siquiera permite mantener el nivel de facturación de la industria agrolimentaria, que se hunde también como consecuencia del desplome del consumo. Lo hace un 5,2%, hasta 72.662 millones de euros en los seis primeros meses del año. Para el sector la situación es muy preocupante porque, además, no se ve por ahora una posible luz a la salida del túnel.
De momento, según ha advertido ya en su último análisis el Banco de España, los precios del aceite han aumentado un 56% desde el principio de 2021, los cereales se han encarecido un 17%, los lácteos y huevos, un 16%, y la carne, un 10%.