España pagará 14 millones de euros a una empresa estadounidense para que corrija las 75 toneladas de peso que le sobran al sumergible 'S-80'.
Un submarino debe hundirse en el mar. Es lo suyo. Pero luego tiene que ser capaz de soltar lastre y ascender a la superficie. El temor a quedarse en el fondo o a ser destrozado por una carga de profundidad o por un torpedo ha inspirado multitud de películas ambientadas en ese ambiente húmedo y claustrofóbico, desde la mítica 'Das Boot' (El submarino) a 'Neptuno hundido' pasando por 'La caza del Octubre Rojo'.
La empresa pública española Navantia debe hacer frente a un enorme y complejo problema. El primer sumergible de la serie 'S-80', el 'Isaac Peral', que se arma en el astillero de Cartagena y tiene un coste estimado de 530 millones de euros, pesa al menos 75 toneladas más de lo proyectado. Este sobrante compromete su 'reserva de flotabilidad', la capacidad para, una vez liberado el lastre líquido, ganar la superficie.
Navantia, que guarda un significativo silencio al respecto, solo ha reconocido «desviaciones relacionadas con el balance de pesos». Su detección y la puesta en marcha de una solución retrasarán la botadura del sumergible y su entrega a la Armada entre 18 meses y dos años. El 'Isaac Peral' es, de momento, un submarino que no puede flotar.
«No es sencillo decir cuál es la causa del problema. Desde que se inició el proyecto, hace ya cuatro años, la Armada ha ido pidiendo que se incorporen los últimos adelantos en todos los sistemas del sumergible. Hablamos de fabricar el submarino convencional no nuclear más avanzado del mundo», subrayan fuentes conocedoras de la situación en el astillero. Todo apunta a que la solución para corregir el sobrepeso provocado por la incorporación de los equipos electrónicos y de combate así como mejoras en la habilitación pase por alargar el casco resistente del navío. Pero hacer realidad ese remedio obliga a recalcular todos los números del proyecto y a rediseñar el buque.
La Armada, tras alcanzar un acuerdo con la US Navy, ha contratado los servicios de una empresa especializada, Electric Boat, para que realice los estudios necesarios para corregir el sobrepeso. La factura por el informe asciende a 14 millones de euros, pagaderos en tres años. «Han detectado y acotado el problema. Hay un buen diagnóstico del problema», señalan las fuentes consultadas.
En Navantia están que se tiran de los pelos. El programa 'S-80' contempla la construcción de cuatro modernos submarinos convencionales destinados a sustituir a los sumergibles de la clase 'Galerna', de servicio en la Armada. La situación es crítica toda vez que el 'Tramontana', cuyas certificaciones operativas y homologaciones finalizan este mes, deberá entrar en el carenero en días. En las gradas del astillero de Cartagena se encuentra ahora el 'Mistral', sometido a una reparación llamada de gran carena (30 millones de coste), por lo que el único submarino capaz de cumplir las tareas de control del Estrecho de Gibraltar y de operar en el Atlántico es el 'S-71 Galerna', un buque de diseño francés clase Agosta construido por Bazán y en servicio desde 1983.
Precisamente ha sido ese deseo de la industria naval española y de la Armada de acabar con su dependencia de terceros (léase Estados Unidos y Francia con quien Navantia ha construido en Cartagena varios sumergibles del tipo 'Scorpène' destinados a Chile, Malasia e India) lo que llevó a sus responsables a acometer el desarrollo y construcción de un sumergible convencional dotado de los últimos avances.
La idea, además, era sacar músculo y desarrollar un prototipo que pudiera venderse a países como Australia o India, marinas necesitadas de adquirir nuevas armas submarinas. Los futuros clientes tendrán que esperar... si es que se siguen fiando del ingenio español.
El monólogo de Gila
El coste inicial del programa para Defensa era de 2.135 millones de euros y contempla la entrega a la Armada de cuatro unidades, lo que lo convierte en el mayor proyecto acometido por la industria naval española. «Innovar tiene un precio. Sabemos hacer submarinos y lo hemos demostrado; pero cuando avanzas, asumes riesgos», apuntan las fuentes consultadas.
El desarrollo de los 'S-80', los submarinos de propulsión no nuclear más avanzados del planeta, requiere de más de dos millones de horas de trabajo de ingeniería. Al tiempo, incorpora equipos de última generación, tanto en los grupos de armas como en tecnología. Uno de ellos, el sistema de propulsión anaerobio o independiente del aire (AIP, por sus siglas en inglés) permite al submarino navegar sin tener que ascender a superficie para recargar sus reservas de aire dotándole de una autonomía en inmersión de unas tres semanas, comparable a un sumergible atómico.
En el caso del 'Isaac Peral', el AIP usa una pila de combustible desarrollada por la empresa americana UTC (que suministra a la NASA). Navantia, tras los litigios mantenidos con sus antiguos socios franceses de la DCNS, ha optado también por una empresa española, en este caso una filial de Abengoa, para que fabrique el procesador de bioetanol encargado de producir hidrógeno. Se trata de Hynergreen, que desarrolló un prototipo a gran escala, pero a la hora de miniaturizarlo para ajustarlo a las dimensiones del submarino, el prototipo se quemó, retrasando el programa.
Los problemas del submarino han dado lugar a una pregunta al Gobierno por parte del diputado de IU, Gaspar Llamazares, pero la Mesa del Congreso la ha echado para atrás por su tono burlón. El parlamentario encabezaba su iniciativa recordando a Gila y aquella parte de su célebre monólogo en la que decía lo de «el submarino que mandaron el martes. de color divino, pero no flota». También preguntaba Llamazares si podría el Gobierno «regalárselo al enemigo para que así podamos ganarle la próxima guerra». La Mesa le ha pedido que la redacte de nuevo porque una iniciativa parlamentaria «no es lugar para chistes».
Algunas fuentes del sector hablan abiertamente ya de que las reconversiones y jubilaciones forzosas llevadas a cabo por Navantia estos años han descapitalizado a la empresa de uno de sus principales activos, ingenieros capacitados y con experiencia internacional para acometer semejantes retos. Además, el deseo de combinar distintos sistemas de armas (un ejemplo: se integrará un torpedo alemán DM2A4 en un sistema de lanzamiento inglés bajo control americano) multiplica los inconvenientes. Según portavoces de Defensa, a finales de 2012 se había construido el 68% del 'Isaac Peral'.
Esta situación se produce, además, en una época de vacas flacas para Defensa. En los últimos cinco años su presupuesto se ha reducido en un 28%. El dinero destinado a I+D ha pasado de 1.660 millones de euros en 2008 a los 705 millones de 2013, un descenso del 58%.
En la Armada la situación es especialmente preocupante. El portaaviones 'Príncipe de Asturias' va camino del desguace porque no hay dinero para mantenerlo operativo. El buque 'Cantabria' ha sido prestado a Australia un año, a cambio de que pague los gastos. Al tiempo, el viejo submarino 'Marsopa' (S-63) sale a subasta para chatarra. ¿El precio? Por 90.000 euros puede llevarse un submarino a casa. Otra cosa es que flote.
Fuente: LasProvincias.es
RPV: La armada encarga un submarino, hace ya 4 años, y con el paso del tiempo mientras se construye, van pidiendo mejoras con las tecnologías que van saliendo a la luz. Cuando acaban, el peso total del submarino es de 75 toneladas más de lo que se había proyectado en un inicio, y no flota.