. Carmen (nombre ficticio) se ha quedado sin el amparo de la Ley de Violencia Machista porque su ex pareja se ha cambiado de género. Ahora ya no es Agustín sino Julia (ambos también nombres ficticios).
Los golpes, insultos y agresiones que denunció el pasado 15 de agosto se tramitan como violencia doméstica, una parcela mucho menos garantista (por razones lógicas) con los espacios de protección de las mujeres. Y esto último es lo que buscaba Carmen
Ella no tiene acceso a una orden de alejamiento porque, a ojos de la Justicia, el conflicto que asegura sufrir es el mismo que pueda darse, por ejemplo, entre hermanos mal avenidos así que está condenada a seguir atada a Agustín. Conviven en la misma casa porque su pensión de jubilación no contributiva le impide irse.
Sin embargo, los Mossos d'Esquadra no pudieron cursar la denuncia al advertir que Agustín se había cambiado de género cinco meses antes, en marzo. «Cuando me senté delante del agente me comunicó con sorpresa que mi ex pareja tenía, ahora, nombre de mujer a efectos oficiales».
Según la documentación en poder de este periódico, Agustín pasó a llamarse Julia el pasado 28 de marzo en el Registro Civil tras haberlo solicitado un mes antes. En aquella primera visita, presentó el correspondiente peritaje psicológico que acreditaba que llevaba dos años con la intención de modificar su género y con los informes que demostraban que estaba hormonándose.
Con una copia de la nota registral, cambió su DNI y el resto de documentos oficiales. Lo hizo sin informar a nadie y mucho menos a Carmen. Antes de que comenzaran los problemas entre ellos tras la decisión de Agustín, Carmen le concertó una cita en el Servicio Público de Salud catalán.
«Era una psiquiatra experta en transexualidad. Tras la terapia, vino enfadado porque la médico puso que tenía tendencias al travestismo y no rasgos transexuales», profundiza
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