Aquí dejo un resumen de las más famosas torturas quese han inventado:
La dama de hierro consistía en un sarcófago en cuyas puertas se encuentran puntas afiladísimas que se ajustaban de manera movible para penetrar en brazos y piernas, y en aquellas partes en las que no causaran heridas mortales a las víctimas.
También destaca la cuna de Judas, que aún se utiliza: se levanta al torturado de pies y manos para luego dejarlo caer sobre la punta de una pirámide, y ahí se le suelta para que su peso repose sobre el ano o la vagina. El verdugo podía variar la presión, poniéndole más peso al cuerpo o sacudiendo a la víctima, siempre siguiendo indicaciones de los interrogadores.
El potro constituía un elemento fundamental de cualquier mazmorra. En muchos países aún subsiste. Con el potro, el acusado era estirado por la fuerza del cabestrante hasta por 30 centímetros, lo que provocaba la dislocación de brazos y piernas y el desmembramiento de la columna vertebral.
Los instrumentos de tortura contra mujeres fueron los más utilizados durante 3 siglos y medio. Alrededor del 85 por ciento de las víctimas de tortura y muerte en la hoguera fueron féminas. Acusadas de brujas o de diferentes crímenes, las mujeres sufrieron mayores castigos.
Los verdugos gozaban utilizando pinzas y tenazas para lacerar o arrancar pezones. Otro de los instrumentos utilizados para torturar a las mujeres era la pera. Este objeto de hierro se introducía en el recto o en la vagina de las acusadas y ahí se abría por medio de un tornillo hasta el máximo.
La pera oral se aplicaba a los predicadores heréticos; la vaginal estaba destinada a las acusadas de mantener relaciones con Satanás y la rectal se aplicaba a los homo- sexuales pasivos.
Respecto al cinturón de castidad existe una amplia discusión sobre si fue o no un instrumento de tortura. Los especialistas coinciden en que sí.
Se dice que las mujeres eran obligadas a utilizar este artefacto para garantizar su fidelidad ante las largas ausencias de sus maridos.
Pero una mujer ceñida de esta manera, perdía la vida a causa de las infecciones ocasionadas por las excreciones corporales tóxicas.
En las jaulas colgantes, las víctimas eran dejadas desnudas. Esta práctica de tortura era de las más crueles, pues los acusados morían de hambre y sed. Los cadáveres en putrefacción se dejaban in situ hasta el desprendimiento de sus huesos.
La función de la guillotina era la eliminación de los acusados después de un doloroso tormento.
Bajo su cuchilla rodaron las cabezas lo mismo de presos comunes y plebeyos, que de nobles. Con ella, la muerte fácil dejó de ser privilegio de los aristócratas.
En el Nuevo Mundo, los métodos preferidos de los verdugos fueron la garrucha y el agua.
El primero consistía en amarrar las manos de las víctimas a la espalda, atándole por las muñecas a una polea para izarla. El acusado era levantado y después se le dejaba caer de golpe, con lo que el verdugo le dislocaba el cuerpo entero.
La tortura con agua era de las más atroces: la víctima era inclinada hacia abajo y obligada a tragar inmensas cantidades del líquido, general- mente por medio de un embudo, mientras se le tapaba la nariz, por lo que el acusado debía beber todo el contenido del recipiente antes de poder respirar. Este tormento, fácil de administrar, no deja huellas delatoras.
Con la denominada flauta del alborotador se castigaba a quienes blasfemaban o pronunciaban palabras soeces: el collar de hierro se cerraba detrás del cuello de la víctima, colocando sus dedos -como los coloca un músico-, bajo las muescas que eran apretadas a voluntad del verdugo.
Los borrachos, se cuenta, eran expuestos al vituperio público con la picota en tonel, que era de 2 tipos: la cerrada en el fondo, dentro de la cual se colocaba a la víctima junto con orines y estiércol o simplemente con agua podrida; la abierta permitía que la víctima caminara por las calles con la picota a cuestas, cargando el enorme peso de ésta.
El castigo más terrible para la herejía era la hoguera. Quienes presenciaban este aterrador espectáculo en el que se quemaba vivos a los acusados de brujería, se hacían acreedores a 40 días de indulgencia que prometía al Santo Oficio de la Inquisición.
Los modernos verdugos, desafortunadamente, utilizan todavía ciertas variantes de estos instrumentos que, en teoría, sólo debieran mantenerse como piezas de museos.