Lo cierto es que me chocó bastante cuando me pasó porque creía que el racismo era algo que sufrieron los negros en EEUU en el siglo pasado, y no algo que pudiera afectar a españoles blancos de clase media en el siglo XXI. Había oído leyendas urbanas sobre la "caza del español" en los países anglosajones, pero la verdad es que hasta que no lo sufrí en mis propias carnes no me lo creí.
Cuando tenía 14 años, pasé un verano estudiando inglés en Irlanda. Desde el principio noté que la gente nos miraba raro y que las abuelas se cambiaban de acera cuando veían venir un grupo de españoles, aunque nunca entendí por qué. Éramos chavales normales, vestíamos normal, no nos metíamos en líos y cuando íbamos en grupos grandes a los sitios intentábamos armar el mínimo jaleo posible. Respetábamos la ley y las normas de convivencia de la sociedad irlandesa, aunque es verdad que a veces hablábamos un poco alto y de vez en cuando hacíamos corrillos en sitios concurridos y formábamos tapones sin darnos cuenta.
Aún así, a veces el trato que recibíamos era cuanto menos turbio. Las señoras se protegían el bolso cuando entrábamos en el autobús, y cada vez que íbamos a una tienda nos seguía de cerca un vigilante de paisano. Una vez se negaron a darnos mesa en el McDonalds, y esto fue con el restaurante medio vacío y en horario normal.
Pero el incidente que más me marcó no fue un simple episodio de discriminación. Una tarde estaba con mis amigos en un parque cuando vinieron un grupo de hooligans borrachos bastante mayores que nosotros, de 25-26 años como mínimo. Íbamos a nuestra bola y no nos llamó la atención que estuvieran allí porque había más irlandeses y estudiantes de intercambio compartiendo el mismo espacio. Yo no me enteré de nada hasta que el más grande de ellos se nos puso en medio.
Era un tío de espaldas anchas, cabeza rapada y frente prominente. Apestaba a whisky y llevaba una sonrisa bobalicona en la cara. La conversación se interrumpió.
Chavales, ¿qué hacéis aquí?
Nada, pasando el rato.
No, ¿qué coño hacéis en mi país?
Los más avispados se fueron de allí antes de que se sacara el martillo del bolsillo del chándal. Yo no fui de los más avispados, tardé en reaccionar, y para cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, quedábamos otros dos y yo. Me volví para salir por patas, y el hooligan me agarró y me empotró contra un árbol.
Por suerte sí reaccioné a tiempo cuando lanzó un martillazo contra mi cabeza con todas sus fuerzas, y lo conseguí esquivar por muy poco. De no haberlo hecho podría estar muerto, desfigurado o haberme pasado unas semanas en coma. Dejó una buena marca en la corteza del árbol y se debió hacer daño en la mano, porque empezó a gritar cosas incoherentes y me dio un cabezazo en la cara en vez de pegarme con el puño.
No recuerdo bien lo que pasó después, pero perdió el equilibrio y se cayó de culo y aproveché para salir corriendo de allí con la nariz sangrando. Más tarde fueron los organizadores del curso a poner una denuncia, pero en la comisaría les dijeron que sin los datos personales del agresor no iban a investigar nada.
No me volví a sentir cómodo estando en ese parque, siempre sentía la espalda desprotegida y me volví un poco paranoico con la idea de que todos los irlandeses que nos miraban mal por ser morenos e ir en grupos grandes me intentarían zurrar si fuera solo por la calle.
Era la primera vez que me intentaban matar. Había leído en la prensa que otro año mataron en Dublín a un italiano de 16 años de un botellazo en la cara, pero siempre creí que eran casos aislados, que era mala suerte, se metió en una pelea o qué sé yo.
¿A alguien más le ha pasado algo así, por el estilo? ¿Alguien más de aquí ha salido de España y ha sufrido prejuicios, discriminación o maltrato por pertenecer a un grupo étnico en el que no ha elegido nacer? ¿O salido de España, a secas?
Yo a mis 24 años de edad no me plantearía ni en mis peores momentos tratar a alguien así, fuera quien fuera. Y no se me ocurriría ni por asomo perpetuar la clase de estereotipos que empujan a los ignorantes a tratar a la gente así. En una sociedad sana, eso no se permitiría.