Revivo el tema a raíz de una preocupación que me ronda últimamente. Llevo unos diez años usando lentillas y siempre ha sido una batalla engorrosa, y las mejoras en los materiales de las lentes sólo han salvado sustancialmente el problema (me molestan a las dos o tres horas, sequedad: a tocarse el ojo constantemente hasta que te la arrancas desesperado).
Hace un año, por casualidad, descubrí una solución. Estando en clase a primera hora, comenzó a molestarme una lentilla y me la quité rápidamente, introduciéndomela en la boca. Cuando terminó de explicar el profesor, fui al baño, la introduje brevemente en el líquido del estuche, me la coloqué y... ¡Perfecto, a la primera y como si no la sintiera! No le di importancia hasta que, después de repetir el mismo proceso varias mañanas, terminé por hilar que el sumergir la lentilla en saliva antes de lubricarla sutilmente con el líquido en sí, aumentaba enormemente la probabilidad de que la lentilla se me pusiera perfecta, así que ahora es el procedimiento que uso todos los días.
La preocupación viene en cuanto a que todos los oftalmólogos son bastante claros en advertir que NUNCA debe usarse la saliva ni el agua para lubricar las lentes (y que puede provocar daños irreversibles en la córnea). Además de la saliva uso agua, cuando las voy a limpiar las someto al chorro directo del grifo por las dos caras para eliminar las diminutas partículas que se mantienen pegadas (esto permite que al día siguiente estén impecables, sin hacer esto, tuviera el cuidado que tuviera, me encontraba al día siguiente, a la hora de ponérmelas, micropartículas flotando en el líquido, lo que aumentaba la posibilidad de que no hubiera Dios que se las pusiese).
Así pues, si hay algún entendido, o alguien que haya tenido una mala experiencia con el uso de agua y, sobre todo, con saliva, ruego la exprese aquí para que se aclare mi ánimo.
Un saludo.