El colectivo que denuncia la explotación en la hostelería: «Trabajaba 12 horas, ganaba 900 euros y cotizaba la mitad»
La Agrupación de Camareros y Cocineros denuncia el incumplimiento de los convenios y derechos de los trabajadores, que ratifican la situación
«Queremos recalcar firmemente que no vamos contra la hostelería. Somos hosteleros, amamos el sector, pero no a cualquier precio». Habla Jesús Fernández, cofundador de la Agrupación de Camareros y Cocineros (ACYC), que este sábado se movilizará a las 12.00 horas en la calle Gascona de Oviedo por los derechos de los trabajadores de la hostelería. Su postura sobre el sector hostelero en España y concretamente en Asturias es clara: «Exigimos en se cumplan los convenios colectivos de cada provincia, el Estatuto de los Trabajadores o en su defecto el Acuerdo Laboral Estatal de Hostelería, este último desconocido por la mayoría de los empresarios».
Las situaciones concretas que la agrupación denuncia, y que a su juicio son «secretos a voces», pasan por la «explotación» de los hosteleros a sus empleados en cuanto a «tareas que no se corresponden con su categoría, horarios infernales, jornadas de seis días laborales, descansos entre jornadas que no se corresponden con lo legalmente establecido, así como horas extraordinarias, nocturnas y festivos impagados, entre otros». De esta forma, inciden en que sus peticiones «no solo son sencillas, sino que ya están reguladas por ley». Por ello urgen «el cumplimiento de los convenios colectivos», así como una labor de responsabilidad para patronales y sindicatos.
La realidad que plantea esta agrupación es la que viven a diario cientos de miles de trabajadores en España. Personas que, según apuntan desde ACYC, han dejado por el camino amistades, familiares y la salud, tanto física como mental. Todo por dedicarse en cuerpo y alma a un sector que no los respeta como debería.
Eduardo Litardo Salinas, de 37 años, lleva 17 años años trabajando como camarero
Eduardo Litardo Salinas, de 37 años, lleva 17 años trabajando en el sector hostelero. Tras haber pisado la friolera de 15 locales a lo largo de su trayectoria profesional, Litardo lamenta que apenas ha cotizado ocho durante este periodo de tiempo. Sus quejas acerca de las condiciones laborales son notorias, ya que asegura que en varios de sus trabajos «trabajaba 12 horas al día con un sueldo de 900 euros y cotizando la mitad». En el momento que tomó la decisión de reivindicar sus condiciones laborales lo echaron del trabajo. «Si no te gusta, ya sabes, ahí tienes la puerta, me dijeron».
Otro de sus empleos fue en un conocido local situado en los bajos del estadio El Molinón, en Gijón. «Aquí sí que cotizaba las 40 horas semanales, pero realmente llegaba a hacer hasta 60». En referencia a estas horas extra, asegura que «la mayoría no las pagan». «Había días de partido en los que entraba a las dos de la tarde y no me dejaban salir hasta las tres o cuatro de la mañana», asegura. Con dos hijos a su cargo -de cinco y nueve años- la conciliación ha supuesto ardua tarea para Litardo durante los años como camarero. «La razón por la que aceptas este tipo de trabajos es para darle de comer a tus niños. Cotizas, por ejemplo, 20 horas para trabajar el resto del tiempo en negro, pero cuando haces cuentas al final sales perdiendo», apena, ya que «cuando te sale otra cosa mejor, a la hora de cobrar el paro, no salen los números».
Otra de sus denuncias hacia el sector hostelero pasa por la «evidencia» de realizar trabajos no correspondientes a su puesto de trabajo, como labores de limpieza en el local o preparación de comidas de la carta. Además también reconoce que en varios establecimientos «los dueños se quedaban con el bote de las propinas, sin repartirlas entre los camareros». «Es triste que tengas que hacer todo lo que te manden porque si no lo haces lo más probable es que al día siguiente te levantes sin trabajo», sentencia.
Sandra Martínez González, de 25 años, lleva nueve trabajando en el sector hostelero
La historia de Sandra Martínez González en el mundo de la hostelería es vocacional. «Hay mucha gente que trabaja en esto porque dice que no hay otra cosa, pero yo no. A los 11 años ya participaba en concursos de escanciadores. La hostelería siempre fue mi pasión», asegura. Creció sin sus padres -él camarero y ella cocinera- porque «se pasaban la vida en el trabajo». Martínez recuerda cómo su hermana mayor fue la encargada de pasar con ella la mayor parte del tiempo, «hasta que empezó a trabajar también y ya me quedaba sola».
Con tan solo 25 años, Sandra Martínez lleva nueve trabajando para el sector hostelero, desde los 16. Durante casi una década de esfuerzo, trabajo y dedicación ha pisado casi una docena de sidrerías asturianas como camarera, pero ahora lo hace como extra, ya que a su juicio «las condiciones laborales son mucho mejores». En todos los locales en los que ha estado ha percibido la misma realidad: «No se cumple el convenio laboral». Asegura que «en algunos sitios sí es verdad que las condiciones son mejores que en otros, pero al final en ninguno se cumple». No pide que se cambie el convenio, «que está muy bien», Martínez pide «que se cumpla el que hay».
Madre de un niño, asegura que no puede compaginar sus dos pasiones: la de ser camarera y madre al mismo tiempo. «No es posible». Fue madre muy joven y lamenta no haber conocido a su hijo como le hubiera gustado: «Descansaba los lunes y el resto de la semana trabajaba prácticamente todo el día, llegaba a casa a las tantas y dormía hasta una hora antes de volver al trabajo». Su hijo ahora tiene un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). «Los médicos aseguran que puede deberse a este ritmo de vida. Cuando trabajaba tenía que dejarlo con una persona o con otra. Nunca pudo tener una estabilidad», explica Martínez.
Realizar trabajos fuera de las competencias de camarero o ayudante «es algo que está normalizado en el sector». Además, Sandra Martínez va más allá, ya que «si hay una mujer trabajando está normalizado que sea ella la que haga los baños del local, por ejemplo». Tras nueve años en el sector, Martínez puede resumir su experiencia con la siguiente frase: «O haces lo que te ordenan o te quedas sin trabajo, es así de simple».
Lucía del Corral Álvarez, de 30 años, lleva desde los 17 trabajando como camarera
Lucía del Corral Álvarez tiene 30 años y lleva desde los 17 trabajando dentro del sector de la hostelería. A lo largo de esos 13 años ha sumado experiencias laborales en cinco establecimientos, donde ha cotizado hasta los tres años. Tiene dos hijos, uno de casi diez años y otra a punto de cumplir los seis. Actualmente está esperando el tercero. A la hora de conciliar, asegura, que «no es posible siendo camarera». Apena que en todos los locales en los que ha estado la han tratado «muy mal» laboralmente hablando. «Tienes que regalarles horas y hacer trabajos que no te corresponden» como labores de limpieza o elaboración de pinchos, denuncia, subrayando que «en todos me tenían puesta como ayudante de camarera cuando realmente era camarera, pero lógicamente cobrando como ayudante».
Del Corral actualmente se encuentra inmersa en una encrucijada judicial con uno de sus anteriores jefes «por reclamarle todas la horas de más que le estaba haciendo». En el último lugar donde estuvo trabajando, «me daba 2.400 euros de finiquito por haber sido ayudante de camarera durante un año y ocho meses. Por supuesto me negué». En cuanto al tema de los descansos laborales, sus experiencias tampoco han sido favorables, según denuncia. «No se cumplen. De hecho, cuando tenía citas médicas las tenía que cambiar de horario o si descansaba un martes, por ejemplo, y tenía la cita médica el lunes, me cambiaban el descanso al lunes para coincidiera y luego trabajar el martes».
Además, asegura que «las inspecciones de trabajo, en Asturias, brillan por su ausencia». Continúa explicando que «los registros de horarios nos obligan a firmar las horas de contrato y no las reales, si no te cae la del pulpo», clama Del Corral, afirmando incluso que «mi exjefa me ha llegado a falsificar la firma en los registros». Con todo ello, quiere recalcar que «la explotación laboral en la hostelería es algo que está normalizado». Asimismo denuncia una historia que le ocurrió un día cualquiera de trabajo: «Cuando mi hijo mayor era pequeñito tuve que pedirle al jefe que me dejara salir un poco antes, incluso devolviéndole las horas, y la hija de él, que estaba allí, dijo: ves papá, te dije que no se pueden contratar a mujeres casadas y con hijos, porque siempre tienen problemas en casa».
Muchos ánimos y fuerzas a los camaradas asturianos en la lucha contra la explotación laboral en la hostelería, uno de los sectores económicos más clave para España y uno de los sectores donde más se incumple la ley y se ejerce el neo-esclavismo. Ojalá se extienda a las demás regiones del país y los trabajadores de la hostelería entiendan el inmenso poder que tienen en sus manos y que es hora de reclamar, de una vez por toda, lo que nos pertenece por ley.